FICHA ANALÍTICA

GALA HOMENAJE POR EL 50 ANIVERSARIO DEL ICAIC
Título: GALA HOMENAJE POR EL 50 ANIVERSARIO DEL ICAIC

Fuente: Revista Cine Cubano On Line

Número: 13

Año de publicación: 2009

   

El 24 de marzo de 1959 nació una institución excepcional, de auténtica vanguardia, que marcaría la cultura cubana revolucionaria.

Discurso pronunciado por el ministro de Cultura, Abel Prieto Jiménez, en el acto realizado en el teatro Karl Marx, el 24 de marzo de 2009, con motivo del 50 aniversario de la fundación del ICAICRaúl Castro entrega a Omar González reconocimiento por el 50 aniversario del ICAIC.


Querido compañero Raúl, compañeros de la Presidencia, Alfredo, Julio y demás fundadores del ICAIC presentes aquí, compañeras y compañeros:

El 24 de marzo de 1959, el día que apareció publicada en la Gaceta Oficial la Ley no. 169 del gobierno revolucionario, la Ley que creó el ICAIC, es una fecha, sin ninguna duda, de gran trascendencia para nuestra cultura, para la Revolución misma y para la nación cubana. Ese día nació una institución excepcional, diferente a ninguna otra que pudiera haberla precedido en Cuba o en cualquier otra parte, y nació también algo mucho más importante: nació todo un movimiento creativo de auténtica vanguardia que marcaría la cultura cubana revolucionaria, daría imagen y voz a los cubanos, al nuevo país que estaba germinando, y serviría para inspirar muy pronto a un movimiento mucho más amplio en América Latina.

Llama la atención que este acto fundacional haya tenido lugar a menos de tres meses del 1º de enero, en medio de una lucha sin cuartel frente al imperio y al enemigo interno, cuando el poder revolucionario tomaba a toda velocidad las primeras medidas en beneficio del pueblo y estaba librando simultáneamente muchas batallas en todos los campos. El día primero de ese mes de marzo en que se fundó el ICAIC, Fidel había presidido un acto masivo en Remates de Guane, en Pinar del Río, para entregar las escrituras de propiedad a 340 vegueros, como un preámbulo de la Reforma Agraria. El día 3 de marzo el gobierno revolucionario había dispuesto la intervención de la Cuban Telephone Company y la rebaja de las tarifas telefónicas; el 5 de marzo se habían intervenido las empresas de transporte Ómnibus Aliados y Ómnibus Metropolitanos; el 10 el Consejo de Ministros había aprobado un decreto para rebajar los alquileres de 30 a 50 %; el 20 de marzo el propio Consejo de Ministros rebajó el precio de las medicinas.

En medio de tantas tareas y en medio de peligros y desafíos realmente enormes, se crea el ICAIC. Este hecho extraordinario refleja, por una parte, la prioridad excepcional que Fidel y la dirección de la Revolución daban al cine y a la cultura. Por otra, apunta de una manera muy reveladora hacia ese concepto básico que está en la esencia de nuestro proceso: la idea tan profundamente martiana de que una revolución verdadera está obligada a transformar al ser humano desde el punto de vista cultural y espiritual. No se trataba de crear una institución de propaganda, sino de arte del más inconforme y genuinamente revolucionario. El propio texto de la Ley reitera que el nuevo cine debe conservar «su condición de arte» y debe estar «liberado de ataduras mezquinas e inútiles servidumbres» para así contribuir por sus vías específicas a la nación que está siendo refundada.

El más hondo compromiso revolucionario, el mayor rigor artístico y la mayor libertad creadora, eran principios cardinales de la nueva institución. Julio García-Espinosa testimonia que en 1959 «el destino de cada uno de nosotros se volvía parte inseparable del de toda la nación» y que, a su vez, «los cineastas asumieron su obra individual como parte inalienable del destino del cine cubano». «El ICAIC, dice Julio, se fue convirtiendo en una auténtica escuela donde lo fundamental no era aprender la técnica, sino desarrollar el talento. Más que una fuente de trabajo, se trataba de un proyecto cultural […] Una película no cambiaba el mundo, pero había que hacerla como si fuera capaz de lograrlo […] El ICAIC era entonces un hervidero de ideas y de debates, de rigor y de audacias.»

Ese espacio creativo tan dinámico, tan rico y plural, artística y políticamente tan revolucionario, encontraba su sentido y su razón de ser en un receptor masivo y culto para el nuevo cine cubano y para todo el cine universal. Los fundadores del ICAIC rechazaron tajantemente el comercialismo y el populismo y demostraron que era posible hacer un cine de alta calidad que fuera al propio tiempo popular. Había que trabajar en la formación de un nuevo público. «Para el ICAIC, dice Julio, la libertad del creador nunca fue concebida si no se lograba, simultáneamente, la del espectador. Al descolonizar las pantallas, contribuyó a la descolonización del espectador.» Aquí estamos ante otro de los principios claves de la nueva institución y del movimiento que generó: descolonización, de la creación y de la recepción, de los creadores y del público.

Esta formación de un nuevo público no podía hacerse exclusivamente desde las salas de cine. Había mucha gente que no tenía ninguna posibilidad de acceder a esas salas, y así nació el cine móvil. El Departamento de Divulgación Cinematográfica se fundó en abril del 62, con treinta y dos camiones soviéticos GAZ equipados con proyector, pantalla, amplificación de sonido y otros implementos. En el primer año de ese trabajo del Departamento, la revista Cine Cubano calculaba que el cine móvil había llegado a dos millones de espectadores en granjas, ingenios azucareros, cañaverales, comunidades en las montañas, cayos carboneros y unidades de combate. En los numerosos casos, dice la revista, «en que los camiones no pueden pasar por su tamaño, los equipos son transportados en jeeps o en yuntas de bueyes, o montados en patanas, como sucedió en el Municipio de Nuevitas. En los casos en que hay agua por medio, los equipos de proyección y alguna planta pequeña son llevados en botes a los cayos donde trabajan carboneros y pescadores que en una proporción de 95 % no sabían lo que es el cinematógrafo». Cuenta la revista que «varias veces se ha producido el hecho emocionante de que el público de una población se traslade a otra, llevando sus sillas y sus taburetes por los senderos del campo y de la montaña, para continuar asistiendo a ese mundo prodigioso de las imágenes vivas». (Resulta imposible no recordar aquí el extraordinario documental de Octavio Cortázar, Por primera vez, que dejó un testimonio magnífico de aquellas experiencias en las comunidades montañosas.)

Para evocar aquellos tiempos inaugurales del ICAIC, es difícil encontrar un testimonio superior al que ofrecen las cartas de Alfredo Guevara, reunidas recientemente en un libro que se presentó primero en el Festival de Cine y luego en la Feria del Libro. «Clima de fundación, esperanzador y convulso», le llama Alfredo. En esas cartas está la época en toda su intensidad, dentro y fuera del cine; está la urgencia por avanzar, por hacer, y al propio tiempo está la exigencia permanente de rigor, de calidad, de construir la institución desde bases conceptuales muy firmes. El 4 de enero de 1961, en una carta de Alfredo a Harold Gramatges, entonces embajador en París, le dice: «Anoche los EEUU rompieron las relaciones diplomáticas con Cuba. Los planes de agresión avanzan desaforadamente… En este clima estrenamos Historias de la Revolución. El Consejo de Ministros suspendió su reunión y asistió al estreno.» Y a continuación le pide apoyo para definir qué empresa distribuidora resultaría la más seria para la película. Hay cartas fechadas en los momentos convulsos de la Crisis de Octubre y en otros muchos de gravísimas tensiones, y es muy emocionante observar cómo se combinaban las urgencias y reclamos de las circunstancias y la tarea de edificación del ICAIC. (Recientemente, aquí mismo, el gran músico Roberto Valera, en el homenaje que hizo el ICAIC a Leo Brouwer, recordó cómo vivían todos esos artistas en aquellos tiempos, entre la movilización de las milicias y el debate del cine experimental y la génesis de nuevas sonoridades.)

Con el nacimiento del ICAIC, se produce también la primera expresión de una política cultural inédita, ajena a dogmas, a sectarismos y a simplificaciones. «Lo que le debemos al ICAIC (dice Ambrosio Fornet) –además de sus filmes y sus afiches y sus publicaciones y su sistemático empeño de formar un nuevo tipo de público–, es un modelo de política cultural, un proyecto de organización y difusión de la cultura que ya forma parte del patrimonio cultural de la nación.» Y añade: «La autenticidad y el fervor con que se articularon por primera vez en el ICAIC los impulsos a veces discordantes del arte y la ideología tienen nombres y momentos específicos –se llaman Alfredo y Julio, Saúl, Santiago, Titón, Humberto, Manuel Octavio, Now, Memorias, Lucía, La primera carga al machete…»

Podrían añadirse, por supuesto, más y más nombres, entre ellos, los de Héctor García Mesa, Pastor Vega, Eduardo Muñoz Bachs, Adolfo Llauradó, Raquel Revuelta y Sergio Corrieri. Sin todos ellos y sin centenares de otros artistas, técnicos y trabajadores, el ICAIC no hubiera podido dejarnos este legado excepcional de creación y compromiso.

Hoy el ICAIC enfrenta retos muy disímiles a aquellos que tuvieron ante sí los fundadores de la institución: trabaja por dar espacio y prioridad a los realizadores jóvenes y está empeñado, en condiciones muy difíciles, en la recuperación de la producción nacional de cine, que se deprimió hasta tocar fondo en los 90 y que ahora empieza a reanimarse. En este año, por ejemplo, el ICAIC logrará estrenar alrededor de 10 largometrajes de ficción y 35 documentales y cortos y más de 600 minutos de animación, sin contar otras producciones seriadas. Con cada uno de los proyectos que impulsa el ICAIC del presente, rinde homenaje a Fidel y a aquella hermosísima obra que nació hace 50 años.

Felicito a Alfredo por la Orden «José Martí» tan merecida que ha recibido, a todos los demás fundadores que recibieron diplomas de reconocimiento, a Omar y a su equipo, y a todos los trabajadores del ICAIC por este 50 aniversario. Felicidades.

 



Descriptor(es)
1. INSTITUTO CUBANO DEL ARTE E INDUSTRIA CINEMATOGRAFICOS (ICAIC)
2. POLITICAS CULTURALES

Web: http://www.cubacine.cult.cu/sitios/revistacinecubano/digital13/gala.htm