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Tomás Gutiérrez Alea (1928 - 1996), Cuba

El más famoso y celebrado de los cineastas cubanos, Tomás Gutiérrez-Alea Espinosa (Titón), nació en La Habana el 11 de diciembre de 1928, en el seno de una familia burguesa de ideas progresistas. Persuadido por su padre, estudió derecho, aunque sus intereses intelectuales se inclinaban a la política y la cultura. El estudio en el Centro Sperimentale della Cinematographia de Roma (uno de los vórtices del neorrealismo italiano), y la realización en Cuba del documental dramatizado El Mégano (1956), junto a Julio García Espinosa y Alfredo Guevara, marcaron la primera etapa de su carrera como cineasta. La segunda comenzaría con la fundación del ICAIC, precisamente al lado de García Espinosa y de Alfredo Guevara.

Desde el principio, Alea empleó el cine como un instrumento de indagación social y sicológica que evidentemente tendría un reflejo político. Su primer filme, Historias de la Revolución (1959) se poponía retratar los primeros tiempos de la Revolución, incluso antes del triunfo.
Después, le confirió un novedoso giro a su filmografìa, e inclsuo al cine cubano por entero, al inclinarse a la comedia costumbrista, crítica, con elementos de sátira y de humor negro: Las doce sillas (1962), La muerte de un burócrata (1966), Los sobrevivientes (1977) y Guantanamera (1996) se constituyen en ejemplos de un cine comprometido con la franqueza, y con la representación directa de prejuicios y rezagos.
Memorias del subdesarrollo (1968), se apoya en relato de Edmundo Desnoes para relatar la historia de un pequeño burgués entre la invasión de Girón y la Crisis de Octubre, 1961-1962. Catalogada como la mejor película cubana de todos los tiempos, Memorias... emplea fragmentos de documental, sonido grabado de conferencias reales, filmaciones con cámara oculta y al hombro, voz en off casi constante, todo lo cual le confiere a la película un gran sentido de unidad y coherencia.
El periodo de los dramas de tema histórico (Una pelea cubana contra los demonios, La última cena, Los sobrevivientes y Cartas del parque) coincidió con el periodo en el cual el cine cubano se propuso estudiar los orígenes de la nación, desde un prisma a veces comprometido con la contemporaneidad.

Hasta cierto punto (1983) y diez años después Fresa y chocolate significaron la vuelta a la contemporaneidad, a los conflictos de tipo sexual, políticos, generados por la intolerancia y por las diferencias ideológicas, en el interior del paisaje cultural cubano. 
Se ofrecen retrospectivas de sus obras en múltiples ciudades de Europa, América y Asia. Dictó conferencias y seminarios en centros culturales y de estudios de varios países. Participó como asesor en los talleres de realización del Sundance Institute, en Estados Unidos. Recibió numerosas distinciones, entre ellas, la Orden por la Cultura Nacional y la Orden Félix Varela de Primer Grado, otorgada por el Consejo de Estado, y en 1988, le conceden la categoría docente de Profesor Titular Adjunto en el Instituto Superior de Arte (ISA). Escribió ensayos y artículos publicados en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Es autor del ensayo Dialéctica del espectador. Sus filmes han recibido numerosos premios y distinciones en todo el mundo. Fallece en La Habana, el 16 de abril de 1996.

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