Geraldo Sarno aprendió a hacer cine en Cuba. Aquí conoció las cosas más elementales del séptimo arte y a partir de ese momento su intelecto en el mundo del audiovisual fue creciendo y moldeando su figura. Si bien en sus inicios estuvo más vinculado al cine documental, su talento tocó los filmes históricos. Tan solo recordar la cinta Coronel Delmiro Gouveia (1978) permite reflexionar sobre el quehacer de este brasileño que no para… tampoco se le está permitido.