“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • La animación chilena busca coproducciones internacionales

    El creativo mundo de la animación chilena quiere traspasar fronteras y, a juzgar por los comentarios de sus protagonistas de carne y hueso, va por buen camino. El “resurgir” de la industria, según el director y guionista Erwin Gómez, tiene que ver con la “coproducción internacional”.

    “Chile está aliada con Brasil, Argentina, Colombia…”, cuenta por teléfono a 24horas.cl. “Hay al menos tres proyectos que están en coproducción con Brasil” y “por primera vez se están produciendo formalmente cuatro largometrajes”. Presenciamos, dice, “el comienzo de una historia nueva”, donde el festival Chilemonos, que el mismo Erwin Gómez preside, ha servido de “plataforma” para avanzar hacia una industrialización de la animación.

    En su cuarta edición, el encuentro volverá a repetir por segundo año consecutivo el Mercado Animación Industria (MAI), donde 20 estudios chilenos interactuarán con otros tantos actores internacionales, entre productoras y canales de televisión.

    Chilemonos permite además que los “jóvenes que están empezando se encuentren con grandes realizadores” de la talla de John Donkin, Pablo Zuccarino o Jimmy Leroy, indica el director de cine de animación y académico de la Universidad Mayor, Alejandro Rojas.

    El creador de Ogú y Mampato, película que marcó un hito dando origen a la producción interna, y director de efectos especiales de Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe, la primera coproducción internacional de animación chilena distribuida por Disney, comparte el entusiasmo de Gómez por los mercados extranjeros.

    “Lo que uno ve y proyecta es un crecimiento”, afirma optimista el que fuera pionero en crear la carrera de animación en Chile. Un “despegue” impulsado por esas coproducciones y la profesionalización del sector, que permiten buscar financiación en otras fuentes para crear productos “con la calidad necesaria para competir a nivel internacional”.

    Pero competir fuera, tampoco es sencillo. Las grandes producciones de Pixar tienen un presupuesto que ronda los USD$100 millones y USD$200 millones. Aunque hay ejemplos alentadores, como la argentina Metegol, que se realizó con USD$10 millones. El costo de las producciones chilenas más ambiciosas, como Selkirk, rondó el millón 200.000 dólares.

    La mayoría de los productos nacionales dependen de los fondos públicos, cuyo presupuesto oscila alrededor de los 450 millones anuales. De ahí la necesidad de “invitar al capital privado”, señala Rojas, para “elaborar proyectos con visibilidad fuera” y para que el sector “comience a andar solo”. De esta manera, la ayuda pública “podría invertirse de manera más estratégica”, razona el cineasta.

    A las empresas, por su parte, podría interesarle este mundo de la animación, teniendo en cuenta que su “vocación es comercial más que artística”, dice Gómez, para el que hace falta mejores productores ejecutivos, pues los films de dibujos buscan “cortar tickets y llenar salas”.

    La demanda del público
    Pero de nada serviría contar con el capital necesario, los profesionales adecuados y una idea rompedora si no se tiene en cuenta al público. La buena noticia es que las cifras nacionales de espectadores avalan el futuro prometedor de los dibujos.

    Según el último informe de la Cámara de Exhibidores de Multisalas de Chile, tres de las cinco películas más vistas en 2014 son de animación, aunque ninguna es producto nacional. “Siempre (los dibujos) está entre las cinco más vistas”, comenta Alejandro Rojas, “son las que más público llevan, pero aún no nos hemos dado cuenta del gran potencial”.

    De los 229 estrenos del año pasado, 40 fueron chilenos (con un 2,8% de espectadores). Por géneros, 17 fueron dramas, 10 comedias, 10 documentales, 2 suspense y 1 de acción.

    Sin embargo, los largometrajes de acción y aventuras son los que más tickets cortan (10.067.079 espectadores), seguidos de la animación (5.124.124 espectadores). En cambio, los dramas se quedan en tercer lugar, con 2.274.491 personas en el año 2014.

    El último largometraje de dibujos que se realizó en nuestro país fue la película del pirata Selkirk, estrenada en 2011. La animación chilena “está más dedicada a las series y los cortometrajes que a los largos”, comenta Erwin Gómez, quien lamenta que sea “más fácil verlas (las series) en países como Brasil, Argentina o Perú que en la televisión chilena”.

    Series como Píldoras científicas 2: Ursis y Magnogeek de Otro Mundo, Las Aventuras de Ruka, Horacio y los plasticines, Hostal Morrison o Las aventuras de Muelín y Perlita nacieron en esta ladera de la cordillera, pero triunfan al otro lado de los Andes.

    Lo mismo sucede con cortometrajes, como Historia de un oso o The gift, que acumulan numerosos premios internacionales, mostrándose como ejemplos del talento chileno fuera de nuestras fronteras y generando un terreno sólido sobre el que construir la industria nacional de la animación.

    (Fuente: www.24horas.cl)


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