“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Alejandro Brugués reflexiona tras el estreno de Personal Belonging en Cuba
    Por José Luis García

    Alejandro Brugués reflexiona tras el estreno de Personal Belonging en los cines de Cuba.  Tras el estreno de Personal Belonging en los cines de Cuba, su director Alejandro Brugués hace un recuento de su génesis y trayectoria. Un proyecto que demoró cuatro años en materializarse, que recibió el apoyo de importantes foros cinematográficos internacionales  y fue exhibido en La Habana y Miami.

    Personal Belongings (Efectos Personales) recibe el título de las menciones que se hacen en los aviones y en los aeropuertos al llamado equipaje de mano, pero en la película parece que tiene un significado más, cuando no desearías irte de un lugar sin llevarte todo aquello que amas.

    Desgraciadamente no hay una historia interesante detrás del título, más allá de que lo escuché en un avión y me gustó como la azafata lo decía. Tiempo después, cuando empezó a venirme esta historia a la cabeza, me pareció que le pegaba, primero (y más sencillo), porque el protagonista se quiere ir del país y tiene todas sus pertenencias en un maletín, pues no quiere nada que lo ate a Cuba, al contrario de la protagonista, que se quiere quedar, y está sola en una casa enorme. O sea, él no tiene nada, ella lo tiene todo, pero a la vez ninguno tiene a nadie, y poco a poco, mientras va avanzando la película, van convirtiéndose cada uno en los efectos personales del otro".

    Sin embargo, la situación personal de muchas familias cubanas debe de estar también muy identificada con esos sentimientos frente a los que se han ido. Es también una gran tragedia a nivel personal y emotivo. ¿Qué comentarios te hicieron en su estreno en La Habana?

    El mejor comentario fue después de nuestra primera proyección, cuando la película aún estaba en la fase de maqueta, durante el Festival de Cine de La Habana. Una señora salió del cine llorando tanto que no podía hablar. Se me acercó y me abrazó, abrazó a mi productor, y se fue, sin poder hablar de tanto llanto. En ese momento llevábamos un año tratando de armar la película, no teníamos un peso en el bolsillo y no sabíamos si el trabajo iba por buen camino o no. El llanto de esa mujer hizo valer todo ese esfuerzo y me sirvió para recordarme por qué me metí a una profesión tan jodida como el cine.

    En líneas generales, los comentarios en La Habana han sido cercanos al de esa señora, aunque no siempre tan emotivos. También tuve la suerte de que el primer Festival Internacional al que fue la película fue en Miami, así que salí de tener la reacción en La Habana de las personas a las que se les había ido alguien a un lugar donde estaban los que se habían ido y dejado a alguien atrás. En ambos lugares la acogida fue muy buena, mucho mejor de lo que me esperaba, con mucha gente identificada con el tema hasta el punto de las lágrimas. En Miami una mujer se me acercó y me dijo “mientras veía la película sentí que estaba en Cuba. Durante esa hora y media desapareció la distancia. Hiciste un puente, y eso es lo que tenemos que hacer en estos momentos”.

    Al igual que en La Habana con la mujer que se me acercó llorando, con esa mujer en Miami sentí que lo que hacía valía la pena, que la historia efectivamente mereció ser contada, y que si hay algo de la realidad que me rodea que tengo necesidad de contar debo hacerlo con la mayor honestidad posible.

    Habías trabajado como guionista en otros proyectos y esta es tu primera incursión en la dirección de largometrajes. ¿Cómo fue el trabajo con los actores?

    Fue muy interesante, sobre todo con los protagonistas. Por un lado tenía a Caleb Casas, que es actor desde los nueve años, y por otro a Heidi García, que es artista plástica y se paraba frente a las cámaras por primera vez. Con los dos tuve que usar métodos completamente distintos. Con Caleb me iba con instrucciones más técnicas, con cosas que sé que él conoce a la perfección, y en cambio con Heidi me iba por un lado mucho más visceral y trataba de sacarle el sentimiento más sincero. La cuestión era balancearlos para que no se sintiera disparejo. No fue fácil, y no creo haberlo logrado todo el tiempo, pero estoy bastante contento.

    Los secundarios fueron todos un placer. Aunque soy sobre todo un guionista, como director les daba rienda suelta para improvisar todo lo que quisieran siempre que se conservara la esencia de la escena, y había veces, sobre todo con Osvaldo Doimeadiós, Roly Peña y Yaser Vila, que los resultados eran tan divertidos que me era imposible decir “corten” por el ataque de risa que tenía.

    ¿Tuviste alguna escena complicada en el rodaje que hubieras de resolver con ingenio, dadas las posibilidades tecnológicas?

    Las escenas que hubo que resolver con ingenio se debieron más que a posibilidades tecnológicas a limitaciones de presupuesto. Esta película, cuando se rodó, tenía un presupuesto tan ridículamente bajo que mi productor me tiene prohibido decirlo. Pero la verdad es que a veces no teníamos ni cincuenta pesos para alquilar un dolly durante un día más.
    Para colmo, como mi formación es de guionista y más encaminada a la historia, a la hora de trabajar el aspecto visual resultó que me gustaban planos muy complejos y ponía a sudar a mis directores de fotografía (Omar García y Mailín Milanés). Hubo uno especialmente complicado donde yo quería que sacáramos la cámara de un auto en movimiento, y para eso tuvimos que desarmar medio auto y elaborar una coreografía de lo más complicada donde la cámara pasaba de un director de fotografía a otro sin que se notara. Nos tomó toda una mañana conseguirlo. Fue el primer plano que se quedó en el suelo de edición, porque aunque era muy bonito, hacía demasiado lenta la historia, demasiado pronto.

    Cine en Construcción y el Festival de Cine Pobre de Gibara fueron dos ayudas claves para el buen desarrollo del filme.

    Cuando llegamos a Cine en Construcción ya estábamos en números rojos. Nos la estábamos jugando a todo o nada. Si ahí no ganábamos, no sé que nos íbamos a hacer, porque se nos habían agotado las puertas que tocar. Por suerte salió bien, ganamos y eso nos permitió ir a España a trabajar a Estudios Alcine y rehacer los efectos digitales, la corrección de color y mezclar el sonido (ya habíamos adelantado una parte del trabajo aquí en Cuba, en estudios caseros, con gente que trabajó muy bien y con mucho corazón casi sin recursos), o sea, terminar un master video con la calidad adecuada.

    El Festival de Cine Pobre de Gibara nos dio el premio a Mejor Maqueta de Swiss Effects, y permitió llevarla a 35 mm, que fue siempre nuestra idea, aunque sin ese premio tampoco teníamos mucha idea de cómo lograrlo.
    Más allá de los aportes técnicos de los premios, también significó que encontráramos agente de ventas (Latinofusión, de México) y pienso que validó nuestro trabajo lo suficiente para que hoy esté estrenado en las salas de cine de Cuba.

    La película circuló también por otros festivales internacionales donde fue seleccionada.

    La película hasta la fecha ha pasado por Miami, Guadalajara, Málaga, Utrecht y Munich, además de La Habana y Gibara, en Cuba. En todos los lugares mi mayor premio ha sido que la película ha encontrado una audiencia. Casi siempre que se ha presentado ha sido en salas completamente vendidas y la recepción ha sido magnífica. El por qué de esto, aún no lo entiendo. La única forma que encuentro para explicarme por qué una peliculita independiente cubana que se hizo con tres pesos le llega a la gente es que trabajamos en ella muy duro y con mucho amor para lograr el resultado final, y pienso que ese amor de alguna manera se transmite al espectador".

    ¿Cuánto tiempo transcurrió desde los inicios hasta la finalización del proyecto? ¿Te condicionó este tema la búsqueda de presupuesto?

    Desde que escribí el guión hasta que se terminó la película transcurrieron exactamente cuatro años. Pienso que por lo menos un año y medio de esos cuatro se debieron a falta de presupuesto para terminarla, aunque por otro lado eso nos permitió trabajarla todo lo necesario para llegar a este resultado final. Durante un año trabajamos editando en el garaje de la casa de mi padre. A partir del año pasado, cuando ganamos los premios de Cine en Construcción y entramos en un estudio de verdad, las cosas avanzaron muchísimo mejor. No me quejo en lo absoluto del garage de mi padre, pero la verdad tendría muchas menos canas si hubiéramos tenido cómo terminarla antes".

    ¿Podemos conocer en qué proyectos te encuentras en estos momentos?

    En este momento con Producciones de la 5ta Avenida, integrada por los productores Inti Herrera y Claudia Calviño, estamos trabajando en varios proyectos. El más inmediato es una película titulada Juan de los muertos, una comedia de zombies en La Habana. Evidentemente, es todo lo contrario de Personal Belongings. Si Personal… es una película pequeña e intimista, de bajo presupuesto, Juan... es un proyecto enorme, muy complejo, de muchos efectos, muy divertido y lleno de acción y sin embargo no deja de ser una película muy cubana, donde se habla de cómo somos y cómo reaccionamos ante los problemas. Es una vez más una película que trata de forma muy sincera problemas que tenemos en nuestra vida diaria, solo que en lugar de tener un enemigo como los Estados Unidos, tenemos zombies.

    También hay un guión que terminé recientemente titulado por el momento Nueva Fe que estamos desarrollando a toda velocidad. Es una película mucho más pequeña, más al estilo de Personal Belongings, pero con una temática totalmente opuesta, una historia de violencia sobre una Cuba que habitualmente no vemos en las noticias, pero que también existe y vale la pena conocer, porque refleja una sociedad que aunque se pinta perfecta está llena de lugares oscuros".


    (Fuente: Cinestel.com)


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