“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Princesas rojas, cine de admirable escritura fílmica
    Por William Venegas

    Vuelve el cine costarricense con una muy buena película, lo que no es del todo habitual. Ahora la directora Laura Astorga se ha atrevido con un tema complejo y tenemos el filme titulado Princesas rojas (2013), el cual resulta tan emotivo y poético como dramático y épico. 

    En esta película, la intensidad de las emociones parte de un argumento que le da sostén a un buen guion escrito por la propia Laura Astorga. No es solo lo emotivo del núcleo argumental, sino también la inteligente estructuración del relato que lo convalida, el justo planteamiento de situaciones y el tratamiento fílmico que vuelve coherente lo narrado.

    La historia de un matrimonio involucrado en ardua lucha social, en el triunfo y en la defensa de un proceso revolucionario que acentúa dificultades y contradicciones de la vida en pareja, esa historia tan adulta es vista desde la mirada de dos niñas que intentan construir su propia realidad.

    Por eso es que Princesas rojas, como filme, tiene una dosis alta de persuasión y a ella responden muy bien los diálogos, la definición de personajes y la sensibilidad de las imágenes. En este punto es donde hay que exaltar el gran trabajo de dirección con las niñas que le dan cuerpo al relato.

    La actriz Valeria Conejo (como Claudia, la hermanita mayor) lleva su personaje a la altura de los planteamientos narrativos y formales de la película. Si bien la fuerza de Princesas rojas reside en la lograda estructura de sus ideas y de su tema, está claro que la niña Valeria Conejo le da a ese relato la vitalidad que necesita.

    Como su hermanita menor, la niña Aura Dinarte responde con sinceridad, “duende” y convicción. Con estas actrices tan jovencitas como talentosas, el filme adquiere su tierno y ajustado tono poético en medio de la crudeza del drama adulto. Esto se vigoriza con ritmo preciso.

    Con ellas, princesas rojas soñadoras, la película se acerca a un excepcional universo de seres humanos en su más pura esencia. Incluso, el humor que genera este filme con la conducta de las niñas tiende al desarrollo de lo trágico, lo que la directora Laura Astorga logra con maña y arte.

    Lástima que los actores adultos no respondan con el mismo ánimo histriónico de las niñas. Más parecen figuras robóticas, monolíticas o estólidas: sin matices. Por dicha, Princesas rojas les concede más tiempo visual a las niñas del relato. En todo caso, por ahí va la procesión.

    En general, estamos ante una película minuciosa, con gran conciencia de su propio afán, admirable tanto en su concepción como en sus resultados; es cine hecho con el corazón y con mucha sensibilidad, sin caer en la sensiblería desfasada, de ahí que mantenga su estimable pulso narrativo.

    El escritor británico C.S. Lewis decía: “Quizá estemos aquí solo para sentir al ser humano como sentido de amor”. Podemos pensar que –quizá– para eso mismo se rodó esta película y que, por igual razón, debemos acudir a verla. De paso, ver que desde una inteligente sencillez se puede obtener cine de admirable escritura fílmica. Es cine para recomendar.


    (Fuente: Nacion.com)


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