“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • El lugar más pequeño, cine documental mexicano en trance
    Por Gustavo E. Ramírez

    Junto a El cielo abierto, de Everardo González, otro documental mexicano que se hizo presente el año pasado en festivales y encuentros cinematográficos, El lugar más pequeño, opera prima de la directora de origen salvadoreño Tatiana Huezo, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), nos brinda una reveladora visión doméstica de la guerra fratricida que tuvo lugar en El Salvador entre 1979 y 1992, cuando la frágil estabilidad política del país centroamericano fue alterada por el creciente rechazo popular a las condiciones extremas de desigualdad y los abusos de poder orquestados desde el gobierno y su alianza con empresarios y caciques. Se calcula que el conflicto, ubicado en el panorama internacional de la guerra fría y sus esquirlas sobre Centroamérica, dejó una dolorosa estela de 80 000 muertos, lo que representa aproximadamente el dos porciento de la por aquel entonces población total de El Salvador. La huella de la guerra civil sobre el pueblo salvadoreño es indeleble.

    A diferencia de en la película de Everardo González, quien a través de materiales de archivo analiza el papel del arzobispo Óscar Arnulfo Romero y la Teología de la Liberación en la estructuración de la resistencia popular salvadoreña, El lugar más pequeño nos lleva al corazón mismo de la organización popular a partir de la reflexión de sus propios protagonistas, hombres y mujeres que más de veinte años después, evocan sus recuerdos como desde un ensueño. El pueblo en el que viven, Cinquera, una pequeña localidad en la zona paracentral de El Salvador, se ha convertido en una latitud inexacta, cohabitada tanto por los fantasmas de los caídos en batalla como por aquellos que años más tarde regresaron a refundar la comunidad después de su destrucción total a manos de los escuadrones de la muerte del gobierno salvadoreño.

    De madre mexicana, Tatiana Huezo Sánchez, quien nació en El Salvador en 1974 pero ha vivido en México desde su infancia, no vivió los horrores de la guerra en carne propia, sin embargo, su aproximación a la memoria colectiva del pueblo salvadoreño no podría ser más estrecha. Cinquera es el lugar de nacimiento de una de sus tías, y según  palabras de la propia directora, su visita a este lugar hace algunos años le marcó profundamente.  Así surgió la idea de realizar El lugar más pequeño, una película que a casi un año de ser estrenada en el Festival de San Francisco se puede contar ya entre las producciones más premiadas del cine documental mexicano, modalidad que en los últimos años parece superar en calidad y capacidad de innovación al grueso de la ficción nacional contemporánea, estancada en fórmulas y tratamientos provenientes de cinematografías extranjeras cuya adaptación a las pantallas de nuestro país no ha sido del todo afortunada. Poseedora de una narrativa novedosa, estructurada a partir de los conmovedores testimonios de un puñado de entrañables personajes cuyas voces y reflexiones son integradas a las imágenes y sonoridad semiselvátia del paisaje, El lugar más pequeño tiene todo lo que lo que el buen cine documental contemporáneo debe ofrecer a las audiencias. Sobresalen la luminiscente fotografía del también egresado de Ernesto Pardo y el incandescente diseño sonoro de Lena Esquenazi.

    El lugar más pequeño forma parte de los estrenos del mes de abril en Cineteca Nacional, para mayor información revisa nuestra página: www.cinetecanacional.net


    (Fuente: animalpolitico.com)


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