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No se puede entender a las industias culturales sin ubicarlas el contexto nacional e internacional en el que operan. El contexto contemporáneo es el de un mundo altamente interconectado, unipolar en ciertos aspectos (p. ej., el del poderío militar de Estados Unidos) y multipolar en otros (en términos de predominio económico). Es la globalización, etapa “triunfante” del capitalismo, después del derrumbe del llamado “socialismo real”. Un indicador posible de la mayor interconexión e interdependencia actual entre las naciones, lo constituyen los flujos de comercio exterior. En los últimos 50 años, la tendencia mundial general ha sido hacia la apertura de mercados. Entre 1950 y 1990, las exportaciones crecieron del 8% del Producto Mundial Bruto al 27%. En 1997, el comercio internacional era 14 veces el nivel que tenía en 1950. Esta tendencia se ha acelerado en los últimos años con el surgimiento de acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales, y bloques comerciales, como la Unión Europea, el TLCAN (NAFTA), Mercosur, ASEAN, etc. Los mercados de productos culturales también se han expandido: Entre 1980 y 1998, el comercio de bienes y servicios culturales se ha multiplicado por cinco (UNESCO 2000a). Pero los flujos de comercio internacional son desiguales. Por ejemplo, en 1994 los países desarrollados concentraban 69% de las exportaciones mundiales y 68% de las importaciones. El llamado Grupo de los Siete cubría el 51 y 50% respectivamente. América Latina y el Caribe participaban solamente del 4% de las exportaciones mundiales y del 5% de las importaciones.
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