ENTREVISTA



  • Asegura Patricio Guzmán que documental no es fotocopia
    Por Hugo Salinas


    El encuentro con Patricio Guzmán, autor de La batalla de Chile, con motivo de su participación en Docúpolis, fue una interesante oportunidad para desvelar el pensamiento y la opinión de este realizador chileno respecto a ciertos aspectos del lenguaje documental actual, los caminos que recorre el género y sus métodos de trabajo para abordar la realidad.

    Desde tu punto de vista como realizador, ¿cómo y desde dónde miras, cómo te sitúas frente a la realidad?
    Para mí encontrar la mirada propia consiste en estar en el lugar primero y observarlo, pasear por el, sin racionalizarlo, darme cuenta del tipo de planos, digamos que para mí es necesario conocerlo antes para que de este modo la selección que haga de la realidad sea instintiva.

    ¿El documental esta ahí para ser aprehendido o es una reconstrucción de la realidad?
    El documental no es una fotocopia de la realidad, sino que es la interpretación que un autor hace de la misma realidad, por lo tanto, un documentalista es un testigo que observa, que participa, que toma partido, y que a partir de ese impulso es que le nace una película a su alrededor. El documental es un discurso de significados que un autor propone, es un material que nace directamente de la sensibilidad.

    Entonces, el documental es subjetivo…
    Sí, durante mucho tiempo en la década de los años 50 y 60, incluso gran parte de los 70, el documental estaba considerado como realista y naturalista. En aquellos años además era en blanco y negro, tardó mucho la gente en darse cuenta de que el documental no era solo eso, al tiempo estaba mal facturado, eran solo apuntes. Eso duró hasta finales de los años 80. De pronto surge la idea de que un buen documental era la observación de cualquier cosa, no solamente para mostrar procesos sociales, políticos o el dolor del mundo. Esa toma de conciencia de que el documental es un modo de expresión se debe a la eclosión de la subjetividad que tiene dos factores: por un lado un punto de vista asumido y por el otro la revolución digital, estos dos confluyen y proponen el documental de hoy, muy diverso temáticamente y que naturalmente es un gran paso para su desarrollo.

    Actualmente en España existe una confusión entre reportaje y documental, ¿podrías desvelarnos algunas diferencias?
    El reportaje es una aproximación a la realidad muy funcional, directa, que está sustentada casi siempre por una voz en off y por entrevistas. El documental también tiene los mismos elementos pero se diferencian en que se realiza durante más tiempo y logra una cota de profundidad mayor, es un tema largamente estudiado por el autor; uno, dos, tres años y por lo tanto constituye una forma cinematográfica que permite una mayor densidad que el reportaje. El reportaje muchas veces se nutre de ilustraciones, el documental de planos verdaderos.

    Dos tratamientos diferentes…
    Claro, en el documental es el tiempo de realización, la profundidad de la mirada. El reportaje esta encuadrado en un modo de producción más rápido, son completamente diferentes.

    Entonces, ¿a qué se debe esta confusión?
    Por razones completamente anecdóticas, cuatro o cinco personas en España comenzaron a hablar de reportaje, de periodismo de investigación y han generalizado un error conceptual, se generaliza de reportaje todo lo que es no-ficción, es, sin duda, una falta de información.

    ¿Crees que existe ausencia de escritura documental?
    Si, hay una ausencia, creo también que es necesario profundizar la escritura, sin embargo ya hay países en donde esto ya está en marcha. En Francia, Holanda, Suiza, Bélgica, se escribe mucho sobre la película que vas a hacer porque ayuda mucho para clarificar el concepto y el lenguaje de la obra. Yo suelo hacer lo que llamo “guión imaginario”, es decir, imagino la película ideal y la escribo, invento falsas entrevistas, esto me ayuda a distanciarme y darme cuenta de los vacíos, de lo que realmente estoy haciendo. Si te saltas la escritura y llegas al rodaje con puro instinto, eso por si solo no funciona, personalmente le doy más importancia a la escritura que a la investigación.

    ¿Ves similitud de lenguajes entre España y Latinoamérica?
    Yo creo que hay bastante similitud, pero es una similitud por lo negativo, en el sentido de que en unos y otros ves una contaminación de tipo periodística, de ritmo e imagen publicitaria y que no tienen que ver con el documental adulto. Hay una desconfianza en la elocuencia, hay virajes, piruetas absurdas que colocan al documental español en total desventaja en cualquier Festival, en cualquier compra o parrilla europea….sólo muy pocos trabajos documentales se salvan….el documental es muy frágil, cuando lo saturas de ruidos, de música, de sintaxis artificial, se transforma en algo amorfo.

    ¿Por qué crees que falta rigor documental?
    Bueno, porque creo que en España y Latinoamérica se ve poco documental. El único canal especializado en España es Documanía y desgraciadamente no tiene una línea editorial moderna, es más bien una estación de emisión. En Latinoamérica mucho menos aún, los canales no emiten casi nada….entonces cómo se va a aprender algo de lo que se está haciendo si no vemos nada.

    Y también por falta de formación…
    Sí, porque los profesores de documentales están poco informados, hablan de Vertov, Flaherty, Grierson, y llegan sólo hasta la década de los 80. Creo que estamos desconectados, y por eso creo que es bueno que haya festivales, seminarios, encuentros donde la información se transfiera.

    Entonces, ¿dónde está el documental adulto?
    Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza, son los países donde podemos decir que existe un grupo, un establecimiento, un baremo sólido. Indudablemente que hay excepciones de un cierto movimiento emergente en otros países, como los nuevos realizadores rusos o en Argentina, por ejemplo.

    Antes hablábamos de la entrevista en el documental, ¿No te parece un ruido narrativo?
    Es complicado eso….durante un largo tiempo el documental era sólo imagen, después vino la dictadura de la palabra, con el directo todo se transformó en entrevista, una malformación periodística. La entrevista cumple más roles que los que debería tener, una entrevista es objeto de domesticación, si la entrevista domina gran parte del documental, lo aplana, suprime el desarrollo interno de una acción y el espectador queda fuera de esa acción, en realidad es un bache narrativo. Esto es falta de exigencia narrativa -y aquí volvemos a la importancia de la escritura-, si tú lo escribes alguien te dirá; esto es un libro de testimonios, pero no una película.

    ¿Cuales serían las claves para avanzar en el desarrollo del lenguaje?
    Sobre todo confiar en el lenguaje, mostrar acciones sencillas, construcciones sobrias, confiar en la duración de los planos, dar tiempo a la solución de los escenarios y no rodar con prisa, eso le quita peso al relato y también madurez.



    (Fuente: Revista Iguazú de Literatura y Cultura)


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