ARTÍCULO



  • Miguel Littín, la convicción de luchar por la patria desde el cine y el exilio
    Por Betsabé Bruno Morales


    Sin duda, creemos que el cine está hecho para reflejar la sociedad, trascender la historia del hombre y la de su país, más aún si trata de un país donde prima la autoridad y la injusticia, punto de inicio que motiva a directores comprometidos, quienes con habilidad y osadía pudieron mostrar al mundo los conflictos que vivieron en su patria. Es así que recordamos a Miguel Littin, destacado cineasta chileno el cual expuso en largos carretes de películas la realidad de Chile en su peor etapa política y social, es decir, la tirana dictadura de Augusto Pinochet, hecho que lo llevaría al exilio.

    Miguel Littin, nacido en Palmilla, en el año 1942, recibió una estricta educación en colegios religiosos, no obstante los prejuicios que le imponían no le impidieron realizar su primer film Los rotos, historia que narra acerca de los marginados de su país. Mas adelante destacó como guionista teatral en la universidad de Chile, ahí escribió diversas obras, una de ellas El hombre mirando a las estrellas. Posteriormente trabajaría como director de televisión en el canal de la misma universidad en el que realizó varios documentales de corte social.

    En este tiempo, Littin empieza a revelar el contexto político y social de Chile, y lo vemos expuesto en El Chacal de Nahueltoro (1969), que narra la historia de un hombre que asesina a su familia. Este film considerado como película documental debido al real dramatismo con que fue realizado, hizo uso de los lugares del crimen y utilizó diálogos de las declaraciones del asesino, lo que dio inicio a la corriente del nuevo Cine Chileno.

    Posteriormente a inicios de los setenta, el presidente Salvador Allende lo nombró director de Chile Film. En plena época de conflicto, además de los documentales que realizó, dirige el largometraje La tierra prometida, donde narra el sufrimiento del pueblo chileno, lo que conllevó a su persecución por mandato de Pinochet, quedándole como única opción para sobrevivir, el exilio.

    Estando en México, Littín no descanso por realizar películas que puntualizaran el estado político-social de Chile y lo demuestra en Actas de Marusia (1975), donde narra la rebelión de los trabajadores salitreros en el norte de chile y la fuerte represión a la que estos fueron sometidos. Este film, hecho con un enorme presupuesto, fue nominado al Oscar como Mejor Película Extanjera, y desde entonces Littín adquirió un lugar dentro del cine latinoamericano. Así continuó su trabajo con adaptaciones de destacados novelistas entre ellas la obra de Pedro Páramo (Alsino y el Cóndor, 1983) que lo llevaría por su segunda nominación al Oscar.

    Pero ello no bastó, perseveró en su empeño de seguir revelando al mundo la opresión en que vivía su país. Es así que en el año de 1985, regresa a Chile de forma clandestina, con la ayuda de producciones extranjeras pudo realizar la crónica de la dictadura, realización que vemos expuesta en el documental Acta General de Chile (1986). Su total entrega y dedicación sirvió de inspiración a Gabriel García Márquez en su novela La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile, que rápidamente se convirtió en un best seller a nivel mundial.

    El pueblo chileno, al vencer a la dictadura en 1990, consiguió que Littín retornara definitivamente a su país, haciendo justicia al permitir a un hombre comprometido, vivir en su patria con libertad. Cabe destacar que Miguel Littín a costa de todo, hasta de su propia vida, pudo hacer cine sin censura, para opinar, para recrear y para mostrar lo que le sucede al mundo, en especial lo que le sucede al hombre en la realidad que vive día a día. Ese compromiso de rescatar la vida misma a través del cine, es lo que debemos resaltar, porque quedará registrado en la historia cinematográfica de nuestro continente.


    (Fuente: La Trinchera del Cine)


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