El hombre es el ser de la palabra y la acción. La integridad, más allá
de su categoría ética o moral, se define y realza en la coherencia
entre estos dos polos del ser. Ver al otro desde adentro es un misterio
un sueño, solo la materialización de esa simbiosis hace posible correr
el velo de la interioridad. Tal es el caso del controvertido cineasta
etiope Haile Gerima. Emigrado a los Estados Unidos desde 1968, realizó
estudios de Artes Dramáticas (Goodman School de Drama en Chicago,
Illinois) y en la Universidad de California. Director de cine, profesor
en la University de Howard en Washington y miembro de la Escuela de Los
Ángeles para Directores de Cine Negro, se le define como el tercer
director de cine independiente mundial. Reconocido en su medio como un
filósofo del arte, el cine es parte de su ser y al mismo tiempo la voz
más sincera y terrible de su labor artística. Es demiurgo y criatura,
en un solo tiempo y espacio donde las fronteras de la ficción y la
realidad se deshacen tras la convicción y el compromiso de sus
películas, consagradas principalmente en la lucha africana contra la
esclavitud, Sankofa, Bush Mama, Mirt Sost Shi Amit (La Cosecha: 3000
años) y contra el colonialismo Adwa, una victoria africana. Su arte
comprometido se resume en los significados múltiples de su inquietud
como cineasta a través de estos retazos de entrevistas, ya que hemos
decidido exponer varios fragmentos de distintas entrevistas suyas sobre
cine. No se trata de un colage arbitrario, sino más bien un camino
atemporal para acercarnos al pensamiento, las inquietudes y los sueños
de este creador, revelados en sus propias palabras.
Éxodo y memoria
Haile Gerima no escapa al desasosiego de aquel que vive atrapado entre
fronteras. América es la tierra de la fuga y la realización, incomodo
refugio y posibilidad de hacer. África, es el escenario de su obra, que
no es otra cosa que una deuda inexplicable con la utopía que vive
suspendida en la vieja y dialéctica relación entre la realidad y el
deseo. Sobre este aspecto, declaró en una entrevista para Les nouvelles
d'Addis, en noviembre del 2008.
LNA: ¿Bajo que circunstancias usted abandonó Etiopía?
HG: Fueron muchas situaciones diferentes. Yo pienso que en mi propio
caso uno puede decir el político, el otro podría ser que no había
industria cinematográfica en mi país. Pero ésas no son las razones.
Creo que todo tiene mucho que ver con mi incapacidad para asumir la
idea de ser incapaz asumir la pobreza podría ser la causa. Pero en este
momento histórico yo me encuentro incapaz reagrupar todas las posibles
causas y situaciones.
LNA: ¿Cuándo usted no regresó, fue debido a la situación económica para
un cineasta en Etiopía en ese momento o debido a la situación
política?
HG: Usted sabe, existe una opción personal. Esta opción podría ser
básicamente la de una familia, o la opción de ocupación profesional. En
mi caso está el hecho que yo enseño en los Estados Unidos. Pero no sólo
es esto. Tiene mucho que también ver con la alienación. Cuando uno
decide transgredir una parte de su propio origen, tiene como pago
muchas cosas fijas y a la vez movimiento. Dentro de las circunstancias
históricas es lo que llamo la alienación intelectual.
África. Cine desde el compromiso.
Este sentimiento hacia su tierra natal es una constante en la vida de
Gerima, y la raíz de su compromiso con el arte cinematográfico.
Compromiso que no solo se muestra en su estética, sino en el espacio
que debe tener por derecho el cine africano en las distribuidoras y el
mercado de la industria del cine. Advierte sobre el peligro que corren
las películas africanas en los festivales de cine en cualquier lugar
del mundo. Sobre esto llama la atención en otra entrevista concedida a
Tahar Cheriaa en noviembre de ese mismo año en Túnez con motivo del
Festival de Cine de Cartago.
Tahar Cheriaa: Asistiendo a este Festival, ¿qué piensa sobre la
importancia de tales eventos, como Cartago o Fespaco, porque cada vez
hay más festivales en África y el resto del mundo? ¿Cree usted que
estos festivales están cumpliendo el propósito al cual fueron
destinados?
HG: Sobre estos dos festivales no puedo decir mucho, porque no asisto
mucho a ellos. He venido en ocasiones como jurado, pero nada más. El
problema con el resto de los festivales y el cine africano es uno:
exhibir una película es fácil, la dificultad es distribuirla. Usted
puede ir a un festival, usted consigue un premio, usted consigue todo,
pero usted sale sin el arreglo comercial. Es ahí donde radica el punto
crítico, en la ausencia de distribución. Creo que nosotros no hemos
enfrentado con seriedad ese importante problema. La falta distribución
en el resto de los festivales es lo que está matando al cine africano.
En ese aspecto comparto el criterio de Med Hondo: no muestre su
película sin la transacción comercial. Europa y América no muestran sus
películas sin este arreglo y nosotros no somos misioneros culturales
para tomar nuestras películas como meras muestras de exhibición de cine
africano. Nosotros necesitamos saber construir una infraestructura con
cada película que hacemos. Considero que los festivales son una perdida
de tiempo en ese sentido. Por esa razón no me gusta asistir muchos de
ellos.
Tahar Cheriaa: Sin embargo Teza ya consiguió un éxito grande en
festivales internacionales. ¿Es una satisfacción es para usted, no es
así?
HG: En Italia lloré porque las personas me vindicaron cuando ellos se
ponían de pie. Algunas personas del equipo de la coproducción vinieron
a verme para decirme: “Haile, felicitaciones”. Las personas de la
prensa también estaban de pie, ellos son mis enemigos, pero al verlos
aplaudiendo; rusos, polacos, chinos, japoneses, vino a mí un
sentimiento de paz, y di gracias al valor, para esta película. Eso
significó mucho para mí. A algunas personas no les gustó que yo no
consiguiera el primer premio. Pero lo importante es que cuando usted
termina una película así, uno se sana cuando las personas te dicen
simplemente “gracias”.
Estética desde la resistencia.
Tahar Cheriaa: Tengo entendido que a producción de la película fue muy
difícil. Le tomo catorce años su realización ¿Cómo manejó usted la
coproducción con la situación de tener que filmar en dos países
diferentes?
HG: Usted no puede imaginar lo por que yo pasé. Me tomo dos años hacer
seis tomas en Alemania por varios problemas, uno de ellos fue ser
africano y el otro fue con el presupuesto y las dificultades para
tramitar el dinero. No, no tengo buenos recuerdos del rodaje en
Alemania. La otra, se trata de mi forma de hacer cine, no comparto el
concepto Hollywoodense. Para mi todo reside en el cuarto de edición,
puedo encerrarme cerca de 30 horas en el cuarto de edición mirando cada
detalle una y otra vez. Para mí el primer encuentro con la estructura o
reestructura es vital. Voy segmento por segmento, los reúno y los miro.
Examino mi película. Eso toma tiempo tiempo. A esto se le añade que una
vez por mes, tengo que mirar todo el material que ya rechacé. Así la
película crece en mí y el crecimiento más grande ocurre durante la
corrección. Durante la revisión de los saltos cinematográficos. Porque
entonces la escritura se vuelve la película y cuando se vuelve una
película es cuando cobra nueva vida para el director de cine. La
mayoría de directores de cine en América, Europa o África intenta
sujetar la película en el formulario de la escritura. Yo no tengo
lealtad alguna a semejante procedimiento. Mi escritura se tiñe cuando
mi texto se vuelve una película. Ese es el momento de mi encuentro con
mi historia.
Teza ¿triunfo o punto cero?
De toda la filmografía de Gerima su más exitosa película es Teza, un
largometraje sobre la vida de un intelectual etiope educado en
Alemania, que retorna a su país de origen durante los años máximos del
régimen de Mengistu Hailemariam. Sobre esto el autor da su opinión en
una entrevista concedida a Aaron Arefe el 10 de septiembre de 2009.
Aaron Arefe: Después de catorce años de labor, Teza ha recibido distintos premios. ¿Qué significa esto para usted?
HG: Los premios no significan nada. Yo ni siquiera me infatúo con
eso. Creo que yo he tenido suerte. No hay una película en la que yo no
haya conseguido algunos premios, y este es uno más, no representa
una diferencia.
Aaron Arefe: ¿Recuerda usted el momento que concibió su idea para Teza? ¿Qué lo inspiró?
HG: Primero está esa historia mito del que se va para “ser algo”. Se
van al extranjero, estudian, y se vuelven “alguien”. La mayoría de las
personas entre mi generación eran apagados a este mito. Luego está una
historia que escuché de niño de un etiope que se fue de Gondar a
América y allí fue lanzado por la ventana de un edificio por un grupo
de racistas. Regresó en una camilla. Yo no puedo decirle que éste era
su principio, desde que comenzó a tomar forma en mi cabeza, pero
básicamente era esta idea del conflicto.
Aaron Arefe: ¿Cuáles son los próximos desafíos?
HG: Para mí nunca hay nada terminado. La lucha es emprender la próxima
fase de hacer otra película. Mi resistencia es eso. Mi vida siempre
está intentando entrar imperfectamente en ese tipo de cumplimiento. No
es una armonía perfecta, es un forcejeo constante. Yo diría que la idea
del forcejeo es normal y nosotros debemos estar sobre ello con placer.
Incluso, cuando toma mucho hacer una película por el hecho de que yo no
tengo siempre ni los recursos ni todo el tiempo.
Posteridad
Aaron Arefe: ¿Ha dicho usted que le gustaría ser recordado como un símbolo de resistencia para las jóvenes generaciones?
HG: Yo pienso que me gustaría que las personas jóvenes supieran que
permanecí en mi tierra aunque me resistí a ella. Bien o mal hice lo que
consideré correcto y lo hice con honestidad.