“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • La tierra y la sombra, una de las atmósferas mejor logradas del cine colombiano
    Por Sandra M. Ríos

    El porcentaje simbólico de esta película se eleva al mismo nivel de su naturaleza personal. La tierra y la sombra es una historia íntima de César Augusto Acevedo construida con sus recuerdos y completada con la ficción a raíz de sus ausencias. Es una historia con altibajos que se matiza con una de las atmósferas mejor logradas del cine nacional. Una atmósfera oscura, llena de desolación (atentos a una escena con un caballo). Una atmósfera de despojo y de pertenencia a la vez.

    La ausencia de texto, su ritmo tan contemplativo, se completa con esa serie de claros elementos simbólicos que terminan determinando la vida o la muerte de sus personajes: los largos y extensos sembradíos de caña de azúcar, las polvorientas calles, la implacable ceniza, el humo que enceguece. Pero como la vida es de balances, hay un contraste con otros elementos que abrazan a la existencia: las raíces firmes de un árbol frondoso, un niño y su madre luchadora, una abuela que se aferra a su terreno y otros más.

    Alfonso, el protagonista, regresa tantos años después a ver esos contrastes, respondiendo al llamado de su nuera, pues su hijo, el único hombre de la familia, está muy enfermo. 17 años que borran recuerdos y genera rencores, resquebraja los lazos, enfría corazones. 17 años donde el entorno ha cambiado y devora todo.

    La mayoría de actores de La tierra y la sombra son naturales, en un trabajo realizado por la internacionalmente reconocida especialista en preparación de actores con esta naturaleza, Fátima Toledo. Las actuaciones con logros y limitaciones por su misma condición, reflejan el duro peso de esa tierra que se adueña y la sombra del aparente bien intencionado y arrasador progreso.

    La tierra y la sombra representa para la cinematografía colombiana el primer premio más importante que se haya obtenido en el exterior. El Cámara de Oro reconoce en Cannes a la mejor ópera prima de todas las selecciones oficiales (y se llevó tres galardones más). Este primer largometraje de Acevedo tiene los altibajos de aquellas primeras obras de un realizador, en este caso, las que suelen generarse cuando se actúa no con uno sino con varios actores naturales, y una historia que un poco más allá de la mitad termina perdiendo fuerza.

    Esencia de este incuestionable largometraje honesto, personal y conmovedor también son el gran trabajo de fotografía a cargo del también debutante Mateo Guzmán y las actuaciones de Edison Raigoso y Marleyda Soto. Sobre el personaje de Edison (Gerardo, el hijo enfermo) se recrea el peso de las consecuencias de este drama (su muy creíble agonía), logrando momentos de total realismo y Marleyda Soto, única actriz profesional, que ayuda a reconectar la historia en los momentos en que cae, especialmente en los que aparece el tema de los corteros de caña, que se insinúa pero no se desarrolla por completo.


    (Fuente: Cinevistablog.com)


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