“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA
  • Francisco Huichaqueo


    Entrevista a Francisco Huichaqueo

    Creador de una producción audiovisual rica en símbolos y formas, Francisco es un realizador inusual, de aquellos que empujan, que rompen los límites del lenguaje fílmico. En pocos años, ha incursionado en diversos géneros y formatos como el cine ensayo, la animación y últimamente el cine documental aunque en todas estas experiencias, y de manera cada vez más sutil, se observa un elemento reiterativo, un pilar en base al cual construye su apuesta fílmica: la reflexión sobre ser mapuche en el siglo XXI.

    Gracias a su creatividad y osadía, con los años Francisco ha devenido en un referente, en una especie de “cita”, de “ejemplo” para la producción que se realiza en el país. Y es que en un medio donde las formas de hacer no han tenido mayores cambios, su particular experiencia ha demostrado la importancia de discutir sobre lo que hacemos y más aún, cómo lo hacemos.

    De su trabajo, del cine y de su última producción nos habla Francisco Huichaqueo en esta entrevista realizada por Yepan que a continuación les presentamos.

    Francisco, te encuentras realizando varias actividades. Quisiéramos empezar consultando por tu última producción Ilwen, la tierra tiene olor a padre. Cuéntanos de qué trata y cómo surge la idea de realizar este trabajo documental.

    Este trabajo corresponde a la obra de grado del Magíster en Cine Documental de la Universidad de Chile. Su elaboración me llevó un año y medio y básicamente se trata de la historia de amor entre un padre y un hijo; yo y mi padre. Sucede que cuando yo era un niño, con mi padre desarrollamos un huerto por bastante tiempo que era nuestra mantención. Con el tiempo dejamos de hacerlo y luego yo me vine a Santiago y eso se perdió. Pero yo anhelaba tener ese contacto con la tierra y por eso le dije a mi padre que viniera a Santiago a plantar un huerto a mi casa. El aceptó la idea así que viajó desde Valdivia, vino a sembrar y en el documental muestro eso y el proceso de crecimiento de la huerta. En el fondo este trabajo es un documental pero además es una pieza de videoarte extensa. Lo veo por ahí, de un estilo observacional. Sale una entrevista como casi al final de la película pero lo otro es imagen. Es un documento pero de imagen.

    Es una historia muy íntima, personal.
    Sí y también es la historia de muchos hijos y muchos padres. Es la historia de muchos que salieron de sus lugares, de sus campos, de sus provincias, de sus ciudades chicas y fueron a buscar otras vidas, a otro lado. Es mi historia y es la historia de muchos amigos mapuche y no. A la gente que la vio, le gustó. Me dijeron que se sentían identificados, que tenían historias parecidas.  Mucha gente venía de lugares rurales también.

    ¿Y cómo fue el proceso de rodaje, recibiste la ayuda de más personas?
    Lo hice casi todo yo solo y grabé con una cámara sencilla de fotos. Sí usé película de cine súper 8, archivos fotográficos y una composición musical muy adecuada que la hizo un músico que ha trabajado hartos años conmigo, me refiero a Tomás González. Trabajamos bien, yo le doy conceptos y él hace una composición. Tiene un estilo clásico como Schubert o algo de ese estilo que mezcla con pifilca o lenguaje mapudungun. Hay un mestizaje cultural ahí en la música.

    En el documental solo aparece tu padre. ¿Por qué no sale tu madre en este trabajo?
    Muchos me han preguntado por qué no sale mi mamá y me di cuenta que sí sale. Todo lo que es el paisaje sonoro tiene que ver con mi madre, porque ella cuando yo era niño me llevó al conservatorio, a una escuela clásica, entonces justamente lo que yo mandé a componer ahora tiene que ver con la escuela clásica y sale aquí en la película, ahí aparece ella; es la atmósfera que te empapa porque esa es una cosa cultural que me heredó mi mamá, ella me llevó a eso, a la música.

    ¿Y qué opinó ella del documental?
    Nada. Lloró, le gustó. Ella es muy sentimental, pero con eso dice muchas cosas. Es que mis padres son de cortas palabras, es gente muy sencilla. Mi papá dijo que le gustó y mi mamá lloró. Les gustó.

    ¿Les han gustado tus otros trabajos?
    Mi padre dice que no le han gustado. Ha aparecido en otras antes pero como que no le entraban, (ríe).

    Decías que anhelabas el olor a tierra, que por eso decidiste realizar este documental. Debieron ser muy fuertes los recuerdos asociados a esos momentos cuando trabajaste la tierra con tu padre.
    Yo rescato el olor a tierra, el rocío de la mañana el huerto, el olor a tierra mojada. Rescato cuando sacábamos los porotos o los tomates. Mi padre nunca llegó sacó y comió, no, había un rito; me hablaba de la belleza. Él fue mi primer maestro de estética, ponía el fruto a contraluz y después había que olerlo. Entonces eso es lo que yo recuerdo. Y ahí, en ese tipo de situaciones me di cuenta que por eso empecé a hacer cine, tal vez al día después pero no lo sabía, no sabía cómo se llamaba esta actitud que tenía acá adentro. Eso es lo que yo recuerdo, lo que me queda y la película tiene bastante de eso, de la memoria.

    De seguro habrá mucha gente interesada en mostrar este trabajo, ¿de qué forma se puede conseguir?
    Si me invitan, yo mando la película. Pero no tengo intenciones de distribuirla porque no siento que sea mi trabajo. Si hay algún interés yo mando la película y la muestro. Es mi estilo. No soy de esos directores que hacen una película y viajan tres años. Hago una y muestro otra y ya estoy trabajando en la próxima, es otro ritmo.

    Tus trabajos audiovisuales difieren bastante de lo que conocemos hoy en día como cine indígena, o cine mapuche. En ese sentido creo que sería interesante conocer desde cuando te gusta el cine, o más bien cuándo decidiste que la cámara sería tu herramienta creativa.

    Hace como 15 años atrás yo estudié pintura y no me bastó, yo quería mostrar otras cosas y me pegué el saltito a hacer animaciones experimentales ahí estuve hartos años y después me pegué el saltito a hacer películas porque ya no podía demostrar lo que yo quería mostrar. En la animación me atreví y me gustó, no sabía que tenía una capacidad… la tenía guardada y así fue que comencé, por necesidad.

    El gusto por el cine viene también de esa época cuando mi madre me llevaba al conservatorio. O también te puedo decir que siempre había hecho películas, solo que no las había grabado. Desde cuando hacíamos huerto con mi papá, de ahí que me gustaba el cine, pero he reflexionado eso ahora con esta distancia del tiempo. Mis primeras películas fueron de esos momentos. Recuerdo que mi papá me decía -¡déjate de mirar el cielo!-, porque no entendía. Las películas ya las estaba construyendo de pequeño, de chiquitito. Después cuando iba a la escuela de música, donde era pésimo como músico, lo que más recuerdo eran los ensayos descoordinados. Allí yo encontraba una clave, entonces traigo eso más mis recuerdos, más mi humanidad mapuchística y se hace algo ahí. Eso, no es más que eso. Lo importante es que tengo el instinto para saber qué hacer, cuándo entrar, cuánto dura la imagen, cuánto grabar y cuándo cortar. Lo que hago tiene que ver con eso, con una cosa del instinto y una complicidad. El paisaje que tú registras pasa a ser tu amante y tú tienes una relación con ella.

    Tuviste formación como pintor. ¿Cuál es la relación entre esos dos oficios en lo que haces, en el tratamiento de la imagen en tus obras?
    Yo no tenía estudios de cine, no sabía ni como prender una cámara. Después estudié cine, tarde. Yo estudié ahora un magíster. Llevo 14 años haciendo películas y estudié el 2011 y 2012. Después de esos años estudié un poco en Francia, cine de 16 milimétros y esos han sido mis estudios. También era muy ignorante en ver películas. Todo lo hice después, porque la primera emergencia era hacer, dibujar, y esa fue mi escuela y después caché que tenía relaciones con el cine ruso, con el cine indígena y también con la pintura. Sucede que esas relaciones no estaban tan conscientes, eran bien inconscientes. Pero lo que más me gusta es la acción de pintar, ese instante y es lo mismo que yo hago con la cámara. Estoy despreocupado que quede bien la imagen lo importante es ese desplazamiento de la materia sobre el plano.

    ¿Y tienes referentes del ámbito de la pintura a quienes recurres al momento de rodar una escena?
    Te podría nombrar diez artistas pintores que me gustan pero sabes qué, me he dado cuenta que mi referente es otra cosa que tiene que ver con otro aspecto de la pintura y que es muy simple: es cuando una mano desplaza un gesto sobre el plano, un óleo sobre tela, el gesto la mancha; eso es mi referente, ese gesto, eso es lo que me interesa.

    Yo creo que uno es poseedor de las imágenes, eso hace un cineasta o un documentalista y la idea es que se haga cargo del material, de la plasticidad del filme y haga algo con eso, que piense con las manos, no con la cabeza, que componga bien el collage. Eso es poderoso, ahí está el verdadero poder: en una buena soldadura, el encadenamiento entre una imagen y otra.

    Yo en algún momento en Chile fui un referente para la animación pero nunca me llamaron para hacer un trabajo, ninguna producción. Después se enojaron conmigo porque dije que yo no hice animación, yo hice pinturas consecutivas que se movían que es lo que ahora hago en película, un cuadro que se mueve.

    Respecto al proceso de rodaje, ¿cuál es el proceso que sigues. Elaboras algún guión o tienes otra forma de encadenar las “pinturas consecutivas” como llamas al cine que realizas?
    Casi nunca tengo un guión como otros investigadores que tienen un guión, una pauta. Mis pautas son muy pequeñas, son ideas generales, son conceptos y como trabajo desde el instinto y el hallazgo las voy encontrando en el camino. Estoy pendiente de encontrar qué cosas se llevan con esta y dejo que sucedan y luego las registro. Hay otras películas que son más abstractas en donde tengo que generar una puesta en escena, una imagen que viene del sueño, las que me cuesta mucho más elaborar. Pero trato que tenga esa frescura igual, esa agilidad de un cine más simbólico.

    Es lo que vemos por ejemplo en Kalül Trawün.
    Sí, en ese trabajo hay algunas escenas que son más pensadas, pero la mayoría de las otras es puro instinto. Mucho instinto. No había guión, el guión era todo lo que sucedía en la Araucanía. Con estos chicos que participaron en la propuesta, poetas y bien despiertos decíamos: tema incendio esto, tema racismo esto es otro. David Aniñir ahí se lucía con cómo se le decía al mapuche. Te das cuenta que es un registro en la oscuridad con una antorcha y David Aniñir doble. La imagen se recuerda por lo que dice David, por cómo está facturada la imagen. Una cosa potencia a la otra, las dos cosas se potencian ese es el asunto. Y creo que esa es la búsqueda visual que tiene que tener una persona que hace una película sea documental, videoarte o reportaje: la manera. Encontrar un método para emitir el mensaje, un método estético para que se quede. Porque la buena intención de la denuncia no sirve para nada; sirve el resultado y esa es un arma poderosa.

    La forma y el contenido, realmente eso es lo que queda.

    Ya comentamos que tu cine es bastante diferente pero nos gustaría saber cuál es tu opinión respecto a lo que se está realizando hoy en día, digamos las realizaciones hechas por mapuche o que abordan asuntos que afectan hoy día al pueblo mapuche.
    Lo de Ad Kimvn, lo de Gerardo Berrocal esas instancias me parecen buenísimas. Lo que hace Guido Brevis también lo respeto mucho, es preocupado hasta el final de sus cosas. Me alegra que mucha gente esté haciendo sus cosas, en el norte, en el sur y me parece bien porque es lo que hay que hacer.

    Me parece muy bien que la gente también esté denunciando y que no esté haciendo películas de diversión. Chile es uno de los países que más produce cine documental, es impresionante y me parece bien que la gente esté haciendo eso, que ocupe su tiempo en eso que genere algo de ruido para mantener al margen la estupidez del poder.

    Ahora no creo que sean todos Andréi Tarkovski o Jean Luc Godard porque tal vez no está el espacio para eso todavía, pero en algún momento tiene que abrirse ese espacio porque hay que pensar en hacer filosofía con el cine, hay que madurarlo, madurar el lenguaje o si no son solo historias, o si no solo queda en la antropología. Ese es mi anhelo, entonces yo no critico lo que se ha hecho, hasta ahora me parece muy bien, es un aporte al audiovisual, es un aporte al país, a nuestro propio pueblo. Pero en algún momento hay que especializarse y tener ese tipo de conciencia, hacer cine porque te gusta hacer cine, como a un pintor le gusta pintar porque le gusta dibujar. Es un oficio que tú amas  y claro ahí el tema cada uno verá su tema, desde adonde toma… yo tengo afinidad en los temas que trato por una cuestión personal y si no lo tuviera tomaría otro tema, lo que sí tengo claro es que me gusta el cine.

    Y tú crees que estamos camino a eso.
    Yo siento que pronto vamos a estar camino a eso.

    ¿Y qué falta?
    Yo creo que falta reflexionar de otra manera. Reflexión hay, falta reflexionar de otra manera; hacer el mismo ejercicio pero desde otro lado. Como tocas esta melodía con pifilca, como tocas esta melodía con violín, es eso.

    Hablemos de tu reciente experiencia en Cine Radicales, donde durante el mes de julio se ha presentado una selección de tus trabajos y donde además has estado presente en las exhibiciones, respondiendo las consultas de espectadores. ¿Qué tal la experiencia?
    Me gustó la instancia de que uno hable de los procesos, en qué estaba uno cuando desarrolló ciertas imágenes, porqué hay películas que son más sentimentales y otras no. Eso es interesante, no había pasado por esto antes y es bonito. Los artistas siempre deberían tener este tipo de instancias. Ahora el cine que yo hago merece un poco hablar de los procesos porque son unos viajes visuales, unos pewmas. De hecho la gente siempre me dice eso, toda la gente me dice lo mismo; -estos son como unos viajes que tú haces-, todos se sienten en el ensoñando. Y claro, porque no hablar desde ahí, que me pasa a mí, por qué yo genero ese tipo de cine, porque no hago un documental de estilo periodístico, por qué no estoy ahí y es por la sencilla razón de que no cuento historias, porque trabajo desde el instinto, porque soy un pintor. Entonces por ahí va la cosa, tiene que ver con eso y claro mi geografía de trabajo es mi persona, mi linaje, ni padre, mi abuelo, mi mestizaje, mi lugar, Chile y eso me genera cierta imagen, me provoca que yo la registre a través de un apunte visual-audiovisual, por eso hago lo que hago y por eso me catalogan como un cineasta experimental que sí puede ser porque experimento con géneros cinematográfico y estilos de narrativas. Que me llamen como quieran, yo hago películas desde el instinto y desde el ensayo y error estoy pendiente del hallazgo, de las emergencias que hay, sean políticas también, y también hago un cine ensayo, un cine ligado a la poética; esa es mi estrategia visual.

    En esta interacción con el público, te has encontrado con preguntas interesantes.
    Sí. La gente a veces preguntas cosas raras, pero buenas. Por ejemplo, cuánto costó hacer una toma. La gente piensa que todo cuesta siempre mucha gestión y no, no es así. Yo miro el cine desde otro lado. Yo miro el cine como tomar bocetos de dibujo, un boceto de dibujo con una cámara, una cámara con un trípode como un atril con un lienzo. Hemos hablado también de los procesos, cómo llego a esto, por qué calcé esta imagen con esta otra aunque funciona en el final de la película. El tema en sí es político y todo lo que quieras, pero los procesos son muy interesantes y ello se ha develado en este ciclo que se ha estado realizando todos los días lunes de julio.

    Nos comentabas además que otra de las actividades que estás realizando hoy día es preparar un espacio en el festival internacional de cine de Valdivia denominado “Foco Primeras Naciones”. ¿De qué se trata este foco?
    Raúl Camargo, director del festival me dejó a cargo de esta sección que corresponde a una inquietud que tuve el año pasado. Ya hicimos una marcha blanca con mi obra y este año estoy prácticamente a cargo. Vamos a invitar a unos cinco o seis directores nativos de México, Colombia  y Bolivia entre otros países. Consiste en un espacio dentro del festival, en la cartelera, donde vamos a proyectar película de estos directores en el cine y queremos que esto se siga abriendo en el futuro, extenderlo más, con más espacio dentro del festival, con más horas para poder meter películas de este tipo.

    Hasta el momento he realizado la selección junto con Raúl, pero ya el próximo año la selección quedará a mi cargo. Yo solo tengo por misión buscar y buscar producciones que estén dentro de la línea como lo que hemos hablado hasta ahora, de como vemos el cine.

    ¿Puedes adelantarnos algunos títulos que se exhibirán en esta selección?
    Sí, hay una directora de Chiapas, indígena, maya que se llama María Dolores y que trabaja con el chamán de su familia. Habla con él y le dice que quiere hacer una película sobre él y su visión como chamán y lo hace. Creo que esa película la va a matar.

    De Bolivia hay otra que se llama El Corral y el Viento de Miguel Hilari que ganó en Sanfic. Es una cámara en un poblado y es maravillosa y sencilla. Insisto, el cine no debe ser manejado por la rabia, ni el amor, ni el odio, sino por algo entremedio. Eso es lo que estoy buscando, es algo donde no se destapen esas cosas, es algo que está al medio, en medio de esos dos, es un sentimiento que no tiene nombre, eso es lo que yo estoy buscando.

    (Fuente: www.yepan.cl)


BUSQUEDA DE TEXTOS









RECIBA NUESTRO BOLETIN

APOYO DE
COLABORACION
Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.