“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA
  • Michelle Carrere


    Entrevista a Michelle Carrere, directora de Diosito el Huinca

    En la costa del Wallmapu vemos en diversos encuadres y planos, intercalados con animaciones que nos grafican detalles de la cosmovisión mapuche; a Micaela Maricán en su pobre hogar lleno de moscas, en la iglesia cabeza gacha escuchando el sermón del predicador, comunicándose a gritos con sus familiares en pleno campo, hablando de los instrumentos mapuche que vio quemar y del Kultrun que el pastor mandó a pasear sin retorno a Europa.

    Y paralela a la historia de la anciana y evangélica Micaela transcurre la de un grupo de niñas mapuches a quienes en la escuela les enseñan los pormenores del terremoto según la cosmovisión mapuche y luego el domingo otras personas a honrar al dios huinca y a pensar en la universidad como objetivo de vida. La contradicción, el choque de dos creencias excluyentes, o más bien de una sobre otra que demanda la erradicación total, se hace de esta forma más patente.

    El evangelismo de Micaela y de sus vecinos aparece como algo raro, incoherente. Y es que mientras el pastor habla de los lejanos Adán y Eva, en el imaginario de Micaela se conserva la verdadera explicación del terremoto de 1960: una pelea entre dos toros tan fantásticos que lograron remecer la tierra.

    Termina la exhibición del documental de Michelle en el segundo piso de la oficina de Le Monde Diplomatique y la discusión no se hace esperar. La sala está llena y varios quieren hablar, incluida en el público una mujer evangélica que dice a todos los presentes, no sentirse representada por ese tipo de evangelismo que se muestra en el documental. Otros detalles se presentan a discusión aunque la mayoría termina coincidiendo en que la religión evangélica se ha introducido con fuerza en las comunidades mapuche llevando consigo un paquete de prohibiciones entre las más conocidas; dejar de visitar a las machis, dejar de creer en ngenechen, dejar de utilizar sus instrumentos de música, en resumen abandonar completamente sus anteriores costumbres religiosas. A la salida de la oficina de Le Monde Diplomatique en Santiago de Chile aún queda gente felicitando el trabajo de Michelle, pocos realizadores se han atrevido a tratar tan espinoso tema.

    Michelle has elegido un asunto que en casi cualquier escenario causa polémica, pero antes de entrar de lleno en los detalles del documental nos gustaría saber: ¿Cómo llegaste a Micaela?
    Hace muchos años yo llegué a esa comunidad cuando tenía 15 años, ahí los conocí. Yo estaba en el colegio y con un grupo pequeño de personas hacíamos un trabajo de apadrinamiento de niños que consistía en apoyarlos en sus estudios, enviarles algo de dinero y los insumos, para que pudieran continuar con su enseñanza escolar en el pueblo como internos. Ahora no sé si llamarlo realmente un trabajo. Era simplemente una iniciativa que también terminaba teniendo sentido porque muchos hicimos amistades con gente del lago que perduran hasta hoy. Entonces era simplemente tenderle la mano a un amigo nada más. Te lo comento porque me complica que se interprete como una especie de “trabajos voluntarios” que no me gustan en nada y en los que nunca he participado.

    Esa iniciativa luego creció y hoy es una ONG que trabaja en apoyo escolar a los niños de las comunidades rurales para que puedan seguir su enseñanza media en los pueblos más cercanos. Mucho antes de que se convirtiera en una ONG yo me separé de ese grupo pero nunca perdí el vínculo, siempre seguí yendo al lugar de manera independiente porque había creado lazos con ciertas personas dentro de ellas con Micaela.

    Y por qué decidiste hacer un documental teniendo como protagonista a Micaela, qué te llamó tu atención.
    Mi interés por Micaela tiene que ver con el entendimiento de ella de cómo existe la vida, de cómo se desarrollan las cosas que tiene que ver con el volcán que explota porque ahí adentro viven los toros que son los que… cachay. Hay como una cosa que está como muy vinculado a lo mítico a la leyenda, pero que no es solamente eso, no está solamente en los libros, no está solamente en la historia sino que realmente está en el entendimiento de algunas personas y eso es lo que a mí me asombra, como occidental, como no mapuche, me asombra esa manera de ver porque lo encuentro hermoso además, me parece muy bonito.

    Hubo algún suceso o había algo en la vida de Micaela y sus vecinos que llamara tu atención, que te impulsara a crear este documental.
    Siempre tuve la intención de hacer algo en la comunidad, pero al momento en que dije ok, es el momento voy a hacer algo, busqué cuándo podría ser y sobre una temática que no estuviera tan abordada porque hay muchos documentales sobre los mapuches, entonces hacer otro sobre el mismo tema no tenía ningún sentido al menos no para mí. Entonces por eso, pensando por donde podría abordar el tema, se me ocurrió abordar el tema religioso que era algo que yo me había dado cuenta porque durante muchos años fui allá y conocí a la gente y conversé mucho tiempo con ella. Entonces lo que decía en el debate es el tema de la religión no es algo que sea evidente, es difícil de filmar porque no es un evento que tenga un inicio, un desarrollo y un final sino que es algo que está sucediendo constantemente. Entonces probablemente si es que yo no hubiese ido nunca allá no me hubiese dado nunca cuenta de eso, pero eso que aparece en el documental es lo que yo veo que pasa allá en términos religiosos. A mí se me develó porque tuve la oportunidad y la suerte de haber podido trabajar una preproducción muy larga, de muchos años sin saber finalmente que iba a hacer este documental.

    ¿Y cómo definirías lo que tú observaste a en el transcurso de estos años es la vida de Micaela?
    A mí modo de ver es una relación bastante colonialista y es lo que yo quise de alguna manera contar en el documental. Me parece que es una relación absolutamente colonialista. Si bien como explicaba en el debate hay una acercamiento por parte de la iglesia evangélica a las comunidades mapuches porque hablan su idioma, porque comen sus comidas, porque viven como ellos; el evangélico se moldea al estilo de vida del mapuche y desde ese punto de vista me parece que es un manejo para atraer fieles que por lo demás me parece muy astuto porque resulta porque el mapuche tiene que efectivamente dejar de hacer ciertas cosas que antes hacía que tienen que ver principalmente con sus ritos religiosos porque pertenece ahora a esta religión externa y creo que desde este punto de vista nadie puede negar de que hay un colonialismo. Si tú llegas a una cultura y prohíbes la continuidad de ciertos ritos que tienen que ver con esa cultura por supuesto que hay un colonialismo, eso no se puede negar.

    … tesis que por lo demás acentúas a nivel de imagen mostrando al público escenas donde por ejemplo todos los feligreses de la iglesia evangélica de Micaela aparecen cabeza gacha mientras el pastor habla…
    Es importante decir que esto no es un reportaje, es un documental por lo tanto no busca ser objetivo. Aquí hay una visión que es mi visión que no quiere decir que es la correcta, simplemente quiere decir que es mía y de la cual quise dar cuenta. Bajo ningún punto de vista es la verdad, solamente es mi visión y desde ese punto de vista claro hay una selección de imágenes que apuntan a acentuar ese punto de vista que yo quiero resaltar

    Ahora respecto a la música que utilizas, haces notar una especie de contrapunto bastante diferente de la música mapuche, como si te situaras respecto a lo que muestras diciendo –Aquí estoy yo grabando y yo no soy mapuche-.
    Mira, yo tenía mucho miedo de caer como en el estereotipo. Siempre fue ok, voy a hacer algo sobre el pueblo mapuche, pero no quiero caer en el estereotipo. Traté de tener mucho cuidado con eso y dentro de ese estereotipo está el tema de la música que era un gran tema porque la música nos encasilla muy fácilmente dentro de un estereotipo. Entonces por un lado quería hacer algo que no fuera evidentemente mapuche, que tuviera ciertas sugerencias pero que no fuera tan evidente, eso por un lado y por otro lado también me interesaba hacer una música que diera cuenta de este sincretismo religioso que es el tema del documental. Por eso quise hacer una música que fuera como occidental y que tuviera ciertos aspectos que nos recordaran que el tema es la cultura mapuche. Hay una intención de dar cuenta de este sincretismo, por eso elegí una música totalmente clásica; piano y chelo para dar cuenta justamente de esta occidentalización, de este colonialismo hacia el pueblo mapuche.

    Me parece que hay que tener mucho cuidado cuando se tocan este tipo de temáticas sobre todo cuando tienen que ver con pueblos originarios. En caer en los estereotipos porque… a pesar de como te decía antes, un documental es un punto de vista del realizador, no es un reportaje que pretenda ser objetivo. Igual no me parece correcto idealizar, porque no es cierto. Rescato lo que decíamos ahí dentro: ninguna cultura es ideal, y si es que existiera una cultura ideal estaríamos todos en esa entonces me parece peligroso idealizar y por eso no quería caer el estereotipo y por eso la música.

    Un traumático suceso recorre transversalmente el documental: se trata de las experiencias y percepciones que tienen Micaela y sus vecinos respecto al terremoto de 1960 de Valdivia. ¿Qué función cumple este hecho en tu trabajo audiovisual?
    La historia del terremoto fue para mí una línea argumental necesaria para poder finalmente hablar del tema que tiene que ver con el sincretismo religioso porque como te decía antes, como este no es un evento que tiene un principio, un desarrollo y un final era muy difícil retratar esa realidad, de dónde te agarras para dar cuenta de eso si no es algo que vaya a suceder puntualmente, sino que es algo que está todo el tiempo en la manera de ser de la gente. Entonces dije tengo que buscar algo, alguna historia que evidencie esta contradicción, y por eso recurrí al terremoto, porque me parece que es un evento donde se confluye estas dos posturas, o más que confluir dejan muy en evidencia al menos la cosmovisión mapuche, su entendimiento de la vida… que el terremoto sucede porque hubo dos toros que se enfrentaron, o sea… es muy gráfico, entonces el terremoto es un evento que me permite algo mucho más visual, algo mucho más gráfico para poder hablar de esta contradicción. Por eso hablé del terremoto, fue una herramienta argumental para poder hablar del tema.

    Y las animaciones que se aparecen intercaladas en el documental, ¿cuál es su propósito?
    Las incluyo porque me encantan, solo por eso (ríe). De verdad me encanta la mezcla de animación con imagen real, me parece que queda muy bonito, que responde a una cosa netamente estética porque siempre me ha gustado.

    O sea que en tus documentales siempre tienen que tener animación…
    Jajaja, no siempre, no siempre, pero tenía como metido en la cabeza que tenía que tener eso y después surgió que además funcionó. Por ejemplo si es que yo no hubiese hecho la animación de cuando Micaela habla de los toros y que el volcán hizo trum como una escopeta, nadie hubiese entendido nada, de qué está hablando esta señora, de qué volcán. Entonces también fue una herramienta para poder dar a entender a Micaela.

    Aproximadamente ¿cuántos años demoraste en realizar el documental y cómo lo financiaste?
    Me demoré más o menos unos 5 años y se hizo con cero recursos. Yo trabajo aquí en Santiago durante la semana y los fines de semana largos agarraba mis cosas y me iba para allá. En ir y llegar, en el tiempo que se demoran los micros y los buses, en grabar, revisar, ver la animación, la música y luego montar todo el material, todo ese proceso fue muy lento.

    Finalmente, ¿tienes algún público objetivo al que quieras llegar con tu trabajo?
    Me gustaría mucho tengo mucho interés que se muestre al interior de las comunidades. Hay un festival que es una muestra de cine y video indígena que es itinerante y que pasa por varios lugares. Existe la versión en Chile, en México, en Argentina y creo que esa es una excelente vía para llegar al público que a mí me interesa y que es justamente la gente de la cual hablo. Primero ese es mi interés, me parece que es algo como una vuelta de mano. Si tú hablas de alguien, obvio que el primer interesado en verlo tiene que ser él y segundo me interesa llegar a gente que se dedica al documental, gente que se dedica a la antropología y eso. En realidad no hay un público específico, sino que a mí lo que más me interesa es mostrarlo lo más que se puede, llevarlo a la mayor cantidad de festivales y muestras posibles.

    Me interesa llegar a documentalistas primero para abrir un poco, o sea no quiero ser autoreferente y creer que yo estoy abriendo una temática nueva, no para nada, pero aquí en Chile se hace mucho documental sobre la contingencia, lo que está muy bien, pero creo que hace falta espacios para documentalistas o trabajos que hablen de temáticas que están presente pero que no necesariamente son de contingencia, que no salen en las noticias, que no son noticia, pero que están. Creo que falta espacio en Chile para este tipo de temáticas.

    Una última pregunta Michelle: ¿Profesas alguna religión o tuviste creencias religiosas cuando eras niña?
    No, no profeso ni he profesado nunca ninguna religión.

    *Michelle Carrere Alvarez es periodista free lance y documentalista. Estudió Periodismo en la Univerisidad Diego Portales y Realización Audiovisual en Université Michel de Montaigne (Bordeaux 3)

    (Fuente: Yepan)


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