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Sueños imposibles
Por Fernando E. Juan Lima
El aumento de la producción de cine en la Argentina parece irrefutable (ver Cuadro 1). El apoyo estatal a través de subsidios y otras medidas de fomento, sumado al restablecimiento de la cuota de pantalla para el cine nacional (dispuesta en 1968 en la Ley 17.741, pero recién reglamentada en 1973 mediante el decreto 1.045, para ser ignorada desde 1976 y volver a ser aplicada desde 2004 en virtud de la Resolución INCAA/2016) explican en gran parte las cifras reseñadas. No es la intención de estas líneas volver sobre el tan (superficialmente) discutido asunto de si se hacen “demasiadas” películas, o si vale la pena filmar aquellas que “nadie ve”.

En cuanto a las denuncias y/o fantasmas relativos a corrupciones o corruptelas, debe decirse que cualquier medida de apoyo estatal implica la intervención pública favoreciendo a un privado, y esa es la razón por la cual todas las decisiones a ese respecto deben hallarse sometidas a un escrutinio particularmente estricto en cuanto a su legalidad y razonabilidad.

Tampoco puede ignorarse que a veces esas críticas se hallan influidas por cuestiones en las que se pone en juego tanto la ideología en torno al rol del Estado en la cultura como rencillas menores, hijas de pertenencias partidarias e intereses económicos.

El punto sobre el que hoy deseamos llamar la atención tiene que ver con un efecto de medidas adoptadas pretendidamente en pos de la defensa del cine nacional y de la diversidad cultural que terminan siendo funcionales a una dinámica totalmente opuesta a la de la postura que se dice defender.

CUADRO 1
 (*)            2008    2009    2010    2011    2012    2013    2014
Películas nacionales    74    95    121    129    145    131    170
Películas Extranjeras    216    205    215    205    194    212    214
Total            290    300    336    334    339    343    384
Porcentaje
de estrenos
nacionales         25,51%     31,66%    36,01%    38,62%    42,77%    38,19%    44,27%
Porcentaje de público
que elige
cine argentino         11,83%    16,06%    9,24%    8,24%    9,73%    14,49%    17,5%

*Elaboración sobre datos extraídos de los Anuarios INCAA; lo relativo a 2014 es provisorio y se basa en los 3 informes trimestrales existentes al momento y la información que puede obtenerse en Ultracine y páginas especializadas

La conjunción de la protección del cine argentino con el indiscutible poder de la maquinaria del mainstream de Hollywood ha parido la cartelera cinematográfica que tenemos hoy en día. Año a año vemos como el espacio para el cine europeo es menor en cuanto a llegada a las ventanas de exhibición en Argentina; el cine asiático -por su parte- ha prácticamente desaparecido como opción en nuestro país. Por supuesto que existen otras razones (de costos y de relación cambiaria) que influyen, pero -en términos generales- parece claro que el lugar ganado por el cine argentino lo ha sido a costa de las producciones de terceros países e, incluso, del cine estadounidense independiente. Afirmar que esto se debe a una “elección” del público es una falacia cuando a él no se le da prácticamente opción.

Sobre ese escenario comenzó a operar la estrategia ideada desde la Secretaría de Comercio Interior para “equilibrar” la relación de nuestro país con las majors de Hollywood (Disney, Fox, Warner y UIP, que actualmente representa en Argentina a Universal, Paramount y Sony), invitándolas/ instándolas/ obligándolas a convertirse en partícipes de la producción local, intentando además favorecer de ese modo su difusión internacional.

Esa decisión emula, de alguna manera, las muy fallidas políticas de “cuotas de distribución” urdidas en España durante el franquismo y lo cierto es que la política enunciada en diciembre de 2011 y comenzada a aplicar al año siguiente no es inocua. De por sí, implica una afirmación en cuanto a qué cine se entiende que debería hacer nuestro país: el “cine industrial” que sueñan quienes creen que es posible volver en estos tiempos a la etapa de oro del cine argentino de la primera mitad del siglo pasado. Y así como tiende a favorecer la concentración en cuanto a difusión, presencia y taquilla en unos pocos “tanques” locales (reproduciendo, sin discutir, la lógica impuesta por quien se dice querer combatir, detener o limitar, quizás con la utópica idea de ganarle con sus propias armas y en su terreno), también ha ayudado a que quienes detentaban una posición relativamente dominante se transformasen en un virtual oligopolio.

El avance de las majors (en particular Disney) sobre la comercialización de películas nacionales ha contribuido a que las distribuidoras extranjeras obtengan una mayor porción del mercado local. En 2009, el 86% de los espectadores que veían películas argentinas accedían a ellas con la intermediación de empresas locales; en 2012 ese porcentaje se había reducido al 24% (Haciendo Cine, N° 137). Los números son transparentes en ese sentido: frente al aumento de la cantidad de películas producidas en Argentina, cada vez son menos las que llevan mucho público a las salas, y las que lo logran empujan la taquilla hacia recaudaciones record. En ese contexto, lo cierto es que, en 2014, las pocas películas que superan los 100.000 espectadores han sido distribuidas mayoritariamente por las majors (en concreto, de las 9 que superaron ese número, sólo Muerte en Buenos Aires y Socios por accidente fueron comercializadas por Distribution Company y Energía Entusiasta, respectivamente).
Cuadro 2
                 2009    2010    2011    2012    2013    2014 (*)
Distribuidoras en actividad    42    75    73    81    101    +120
Porcentaje recaudación majors    65,01%    80,78%    79,72%    81,9%    82,07%    86,79%
Porcentaje recaudación majors
 cine nacional            13,01%    45,6%    61,23%    81,54%    89,57%    s/d
Porcentaje espectadores
majors                65,31%    79,97%    78,51%    80,11%    79,93%    79,38%
Porcentaje espectadores
majors cine nacional        13,72%    45,64%    57,91%    78,77%    86,11%    s/d

(*) Los datos de 2014 son provisorios e incompletos pero demuestran la continuidad de un proceso (al encontrarse editados sólo 3 de los cuatro informes trimestrales del INCAA, avanzar con porcentajes sería particularmente impropio porque no reflejaría el efecto del éxito de Relatos salvajes). El aumento de la cantidad de distribuidoras tiene que ver con la necesidad cada vez mayor de que los productores de una película terminen actuando como distribuidores. De ahí que la enorme mayoría de los distribuidores, año a año, comercializan un solo film.

Parece difícil de asimilar y entender, pero lo cierto es que el Estado estaría favoreciendo y protegiendo a quienes ostentan una posición de poder, llevando al borde de la desaparición a las pequeñas empresas que -cabe decirlo- en gran parte explican la cultura cinéfila de nuestro país, así como los chispazos de diversidad que todavía encontramos en nuestras pantallas. De Artkino Pictures a Zeta films, de Akira Kurosawa y Werner Herzog a Miguel Gomes y Hong Sang-soo, si hemos podido acceder a ciertas películas que de otra manera no hubiéramos podido ver a menos que hubiesen sido nominadas a un Oscar, ello se ha debido al trabajo de las distribuidoras independientes.

A continuación (Cuadro 3) pueden examinarse los datos atinentes a diversas distribuidoras independientes. Se tomaron en cuenta algunas que poseen continuidad en el mercado, ponderado ejemplos de empresas dedicadas a la comercialización exclusiva de cine nacional y extranjero y que distribuyen ambos. Como puede advertirse sin esfuerzo, el impacto negativo es mucho mayor cuanto más se dedicada al cine argentino se encuentra la distribuidora.
Cuadro 3                    2009    2010    2011    2012    2013
Distribution Company    
            Estrenos Extr.        38    27    24    21    27
            Estr. Nacionales    11    8    4    7    10
            % Recaudación        19,03%    5,47%    4,13%    2,65%    3%
            % Recaud. Nac.        58,08%    21,82%    15,57%    8,48%    7,32%
            % Espectadores        18,64    5,61%    4,37%    3,01%    3,22%
            % Esp. Cine Nac.    56,03%    18,93%    15,87%    8,93%    7,65%
Alfa Films
            Estrenos Extr.        23    27    21    27    23
            Estr. Nacionales    2    0    0    0    1
            % Recaudación        7,91%    5,25%    4,93%    5,25%    4,15%
            % Recaud. Nac.        11,83%    -    -    -    0.09%
            % Espectadores        7,70%    5,50%    5,03%    5,36%    4,56%
            % Esp. Cine Nac.    11,77%    -    -    -    0,14%
Zeta Films    
            Estrenos Extr.        4    7    7    5    7
            Estr. Nacionales    0    0    0    1    0
            % Recaudación        0,13%    0,27%    0,30%    0,11%    0,14%
            % Recaud. Nac.        -    -    -    0,20%    -
            % Espectadores        0,13%    0,31%    0,25%    0,12%    0,18%
            % Esp. Cine Nac.    -    -    -    0,18%    -
Primer Plano    
            Estrenos Extr.        17    13    4    0    2
            Estr. Nacionales    19    30    26    23    20
            % Recaudación        2,35%    2,67%    0,50%    0,53%    0,09%
            % Recaud. Nac.        10,93%    29,40%    7,44%    6,06%    0,58%
            % Espectadores        2,55%    3,03%    0,72%    O,63%    0,15%
            % Esp. Cine Nac.    11,85%    29,93%    8,82%    6,50%    0,95%
CDI    
            Estrenos Extr.        5    10    12    8    12
            Estr. Nacionales    0    0    0    0    0
            % Recaudación        0,95%    0,62%    1,08%    0,46%    0,39%
            % Recaud. Nac.        -    -    -    -    -
            % Espectadores        0,93%    0,66%    1,10%    0,51%    0,44%
            % Esp. Cine Nac.    -    -    -    -    -
Energía entusiasta    
            Estrenos Extr.        2    6    11    13    14
            Estr. Nacionales    2    0    2    0    1
            % Recaudación        1,10%    1,90%    2,10%    3,62%    3,16%
            % Recaud. Nac.        4,69%    -    2,03%    -    0,29%
            % Espectadores        1,12%    1,78%    2,12%    3,76%    3,30%
            % Esp. Cine Nac.    4,87%    -    2,41%    -    0,36%
Diamond    
            Estrenos Extr.        9    15    12    20
            Estr. Nacionales        0    0    1    0
            % Recaudación        2,08%    5,80%    4,54%    5,88%
            % Recaud. Nac.        -    -    0,88%    -
            % Espectadores        1,94%    6,16%    4,88%    6,10%
            % Esp. Cine Nac.        -    -    0,85%    -
Mirada    
            Estrenos Extr.        6    5    5    5    7
            Estr. Nacionales    0    0    0    1    0
            % Recaudación        0,04%    0,05%    0,03%    s/d    0,07%
            % Recaud. Nac.        -    -    -    s/d    -
            % Espectadores        0,04%    0,07%    0,05%    s/d    0,08%
            % Esp. Cine Nac.    -    -    -    s/d    -
Aura    
            Estrenos Extr.            0    1    0
            Estr. Nacionales            7    9    11
            % Recaudación            0,21%    0,11%    0,07%
            % Recaud. Nac.            3,29%    1,12%    0,45%
            % Espectadores            0,24%    0,16%    0,12%
            % Esp. Cine Nac.            3,10%    1,51%    0,79%

En los propios EE.UU. las políticas anti-trust tuvieron que ver con el intento de desarmar los lazos existentes en toda la cadena de producción, distribución y exhibición de la industria cinematográfica. Así y todo, en lo que tiene que ver con la difusión global de las películas, las majors siguen integrando verticalmente a las distribuidoras. Más allá de la concentración existente en EE.UU. en lo que hace a distribución (según los años, quiebra y fusiones, en lo que va de este siglo, entre 4 y 6 compañías se reparten más del 80% del mercado), tampoco deberíamos ignorar el vínculo que existe entre las empresas de distribución y los exhibidores, que con agudeza ha sido definido como una forma de contrato tácito por el cual las partes se unen en una relación de largo plazo (Scott, Allen J. On Hollywood: The Place, The Industry, 2005, Princeton, Princeton University Press).

De este modo, la fuerte concentración empresarial en la exhibición resulta funcional a los objetivos de las grandes distribuidoras, ya que deben negociar con un número reducido de actores para cubrir la mayor parte del mercado. Que en nuestro país las exhibidoras respondan mayoritariamente a empresas trasnacionales ligadas más o menos directamente a los mismos grupos (ello es así al menos en lo que hace a la visión global del mundo de los negocios) desnuda lo ilusorio de espejismos al estilo de Relatos salvajes o El secreto de sus ojos. Basta señalar, al respecto, que en 2010 las distribuidoras que identificamos como majors ocuparon el 66,55% de las pantallas, en 2011 el 67,23%, en 2012 el 67,68% y en 2013 el 65,97%. Esos constantes 2/3 de ocupación sobre el total aumentan significativamente si se centra la atención en los exhibidores internacionales (nótese que entre las 4 empresas que consideramos a estos fines no tenemos en cuenta, por ejemplo, a Cinemark, que también opera como distribuidora).

El problema no es menor y de cómo se lo ignore o intente solucionar depende en gran medida la posibilidad de acceso a un menú diverso de películas en las salas cinematográficas. Así como el INCAA debió corregir las medidas adoptadas cuando comenzó a cobrar un precio o canon por copia (a efectos de su calificación) con la clara intención de actuar como des-incentivo de los estrenos que ocupan una cantidad obscena de pantallas (Resolución INCAA 2114/11, luego morigerada por Resolución INCAA 2221/2011, para no perjudicar tanto a las pequeñas distribuidoras y a los estrenos “de arte y ensayo), la realidad impone la necesidad de repensar el funcionamiento del circuito de distribución y exhibición en nuestro país. El escenario de unas pocas empresas acordando qué podemos ver mientras ora toleran como pérdida hacerse cargo de algunas películas locales ora apoyan productos que reproducen un idéntico modo de representación no parece lo más atinado para la cultura nacional.

Para las distribuidoras pequeñas o independientes la situación se parece demasiado a una “tormenta perfecta”: 1) con la política adoptada desde 2012, se les detrae la parte rentable del negocio relativo a la distribución de películas argentinas; 2) el avance de la digitalización y el relativamente débil poder de negociación hacen que el unilateral VPF (Virtual Print Fee, precio que pagan las distribuidoras a las exhibidoras con la idea de redistribuir los ahorros que conlleva la tecnología digital) de actualmente unos U$S 775 reste viabilidad económica a las películas que no superan los 10.000 espectadores (aun en los estrenos más acotados y sin publicidad para su lanzamiento); así, 3) la concentración del público en unas pocas películas es el dato que aúna el cine local y el extranjero, y el Estado, lejos de intentar atenuar este efecto, lo profundiza y favorece.

Una vez más, la solución de emergencia es un parche paliativo. En este caso, las Resoluciones INCAA 1598/2012 y 981/2013, que establecen una especie de “premio a la distribución”, que compensa en alguna medida las pérdidas. Defensores como somos de la intervención del Estado, la artificial creación de esta maraña de subsidios resulta difícilmente sustentable en el tiempo. Además, la necesidad de acudir a este remedio pareciera haber sido generada (o al menos favorecida) desde el propio accionar estatal.

Habrá que pensar en cómo desarmar esta situación en que se favorece a quien menos lo necesita (y que difícilmente justifique el apoyo del Estado). Tampoco ayuda el hecho de que la dilución de los términos de aplicación de cuota de pantalla y media de continuidad parecieran ir contra la continuidad de las producciones más pequeñas (lo que favorece también de este modo la concentración en los “tanques”). Además, es hora de avanzar en serio con un circuito de exhibición alternativo con salas de calidad, ya que, al menos en parte, la llave para la solución del problema parecen tenerla los exhibidores (la política de los espacios INCAA, y ahora su digitalización, es buena pero insuficiente). Hoy los perjudicados más directos son las distribuidoras independientes que deben acceder a todas sus condiciones y tolerar maltratos para seguir intentando subsistir. En el mediano plazo, los afectados seremos quienes vamos al cine. Quienes pensamos que no es lo mismo ver una película con público en una sala que tener que acudir a “métodos alternativos” día a día tenemos menos opción real.

El asunto es complejo y lejos estamos de pensar que la solución se encuentra en abandonar todo a las reglas del mercado. Es mucho lo bueno que se ha logrado con la (indispensable en nuestro país) intervención en materia cinematográfica. En el marco de esta compleja situación y ante la eventualidad de que se intentara salir del problema desatendiendo la obligación estatal de tener un rol activo en el campo de la cultura (y del cine en particular), no viene mal recordar que tan perjudicial para el cine es caer en regulaciones voluntaristas que desconocen cómo funciona el mercado específico como entregarse cándidamente y casi sin condiciones a lo que los actores más importantes que operan en él decidan, de acuerdo a su exclusivo interés.
Fuente: Otroscines.com
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