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Una biblia que amerita multiplicarse

Por Octavio Fraga Guerra
Celebro la virtud de los que socializan la cultura. Comparto los que anulan horas de sueños por el placer de escribir textos que encumbran y engrandecen los hornos del saber. Son de esos misteriosos nexos transformadores de íntima relación entre pliegos de papel o texturas digitales revelados como textos mayúsculos.

La biblia del cinéfilo, es uno de esos libros virtuosos cuyas asimetrías y contenidos nos llegan vestidos con otros cuerpos, con renovados bríos. Dibujados con anotaciones de agudas palabras y reflexiones de acentos historicistas de patinas culturales. Un texto de obvias precisiones y obligadas paradas, esbozado para el transitar por un vasto saber y el divertimento.

El autor de La biblia del cinéfilo (Editorial Arte y Literatura, 2015) es un intelectual de probada vocación social y cultural. Director de la Mediateca André Bazin, de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños hasta principios de 2014. Una referencial institución académica que desde su fundación le abrió las puertas a los que aprecian el cine y sus inabarcables tesoros.

Conductor y escritor de programas de radio y televisión donde el cine es su recurrente pretexto. Colaborador de las más prestigiosas publicaciones culturales de Cuba y de muchas otras naciones. Demandado conferencista en espacios universitarios y de promoción cultural. Son las huellas de esa aptitud la que se materializa también con una copiosa obra literaria, referencial, de renovada arquitectura temática. Su actual labor profesional como director de la Cinemateca de Cuba, responde a esa coherencia y vocación de hacer cultura para el intelecto de todos.

La verdad 24 veces por segundo; Concierto en imágenes; Con la locura de los sentidos; Ramón Peón, el hombre de los glóbulos negros; Entre el vivir y el soñar; Pioneros del cine cubano; Cronología del cine cubano; (en coautoría con Arturo Agramonte), Conversaciones con Jean-Claude Carrièrre (con Javier Espada); Carpentier en el reino de la imagen; El cine cubano a contraluz, El cine es cortar (con el editor Nelson Rodríguez) y Trenes en la noche, son los otros rastros de un legado cultural que el intelectual cubano Luciano Castillo nos ha aportado.

Con su constancia contribuye al fortalecimiento de los anaqueles teóricos de la cultura del pueblo cubano, en la que el cine es esencial. Por esa probada vocación de amar al séptimo arte, de sentir por él. De asumir incluso el oficio de crítico de cine, huella inobjetable de la obra de la Revolución que puso y sigue poniendo a la cultura en el centro de la sociedad.

Esta nueva entrega de la Editorial Arte y Literatura descansa en una selección plural en cuanto a fuentes, criterios editoriales o estructuras y abordajes de bastas envolturas, sustentado en el principio de la mirada que tiene ante sí un enorme abanico de enfoques y precisas paradas.

El autor toma de las más prestigiosas publicaciones de cine y medios de comunicación, de nombradas editoriales, de festivales internacionales de este gran arte que han sumado criterios y puntos de vista a manera de antología, o de las federaciones de cine o asociaciones de críticos.

Obviamente Luciano Castillo incluye las formuladas por otras cinematecas, repasa los abordajes de prestigiosas instituciones cinematográficas, sin obviar regiones o países que han hecho encumbrados aportes al cine universal. Se impone apuntar en esta selección los juicios de nuestros críticos sobre lo producido por el ICAIC.

El texto está construido por seis apartados principales: los mejores filmes de todos los tiempos, los mejores filmes por años y por décadas, los mejores filmes por países y zonas geográficas, los mejores filmes por géneros, los mejores filmes para los cineastas y otras selecciones. Este mapa permite al lector husmear atendiendo a los gustos, a los intereses académicos y motivacionales. Permite repasar todo el libro o singularizar cada una de sus partes.

Esta entrega no se limita a editar una suma de listas y criterios de selección que habitan en la historia del cine. Toma nota de muchas de ellas, se involucra en las más referenciales, en las más denotadas, en las que son de obligada lectura. Lo hace con una escritura que se revela como apuntes de clase con sabor escolástico o textos para un exquisito programa de cine, ausentes en nuestras presentaciones de excelencia.

No se desentiende del ensayo en sus análisis, del esperado rigor que caracteriza a su obra. Su letra cursiva se muestra sin caer en la pedantería de palabras o terminologías huecas o grandilocuentes adjetivaciones carentes de sustentos argumentales. Una suerte de primigenia epidemia que por momentos puebla cierta crítica de cine con vestidura mediocre.

Con las selecciones del British Film Institute, el autor de esta “biblia” desarrolla un agudo ensayo de miradas fecundas, haciendo un repaso de los clásicos, de los filmes compilados por esta prestigiosa institución. Ante los cien señalados por la Editorial Mondadori, el intelectual cubano preside esta muestra con una breve nota que estimula el repaso de una cartografía referencial, de estudio. Sobre la misma idea en torno a la síntesis, a la escritura sinóptica, hace apuntes sobre las propuestas de las revistas Time out, Dirigido por… o la BBC. El texto incorpora las apuestas de la publicación Cahiers du Cinéma o el Internacionational Filme Guide, por citar algunas pocas dentro del amplio espectro de selecciones que conforman este libro.

Completan el armazón del texto, un riguroso índice onomástico y de títulos que nos permite navegar por su voluminosa estructura. Una herramienta eficaz e ineludible para los que hacemos del cine nuestro trabajo cotidiano. El autor también incluye la bibliografía que ha consultado para el acabado de esta obra literaria que responde a las expectativas de los más exigentes críticos y estudiosos de este arte mayor. Estas son parte de las referencias que responden a las pretensiones del autor de construir un plano cinematográfico.

El texto es una obra para el ejercicio de la consulta, mapeado a manera de rutas; vital para la labor de los críticos. Un libro que ha de tener en sus bibliotecas cada promotor cultural. Ha de habitar también en cada casa de cultura de nuestra geografía insular y en cada biblioteca comunitaria por esa obvia socialización del conocimiento, coherente con la política cultural de la nación cubana. Se trata de una pieza para edificar cultura con todos los acentos.

Sus abordajes nos renuevan un arsenal de ideas, de conceptos estructurales que son propios del cine al que debemos asistir por el goce, por el placer de soñar y aprender de sus esencias. Para construir nuestras vidas y quienes nos acompañan en ese mágico momento hacia un mundo mejor.

(Fuente: cubadebate.cu)