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Guadi Calvo explora el cine latinoamericano en su libro Estética de la desesperación

El escritor y periodista analiza la historia y la actualidad del cine en diversos países de la región en su trabajo, que acaba de aparecer en las librerías de todo el país y donde hace especial hincapié en sus componentes de “violencia, marginalidad y política”.

El autor, que ya había publicado las novelas Señal de ausencia (1993) y La guerra de la sed (2009), aborda en esta nueva publicación diferentes estéticas latinoamericanas a partir del estudio del cine en Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Venezuela, Perú, Centroamérica y el Caribe.

“Los artistas de la región han intentado desenmarañar el entramado, explicar y en muchísimos casos también denunciar las injusticias y los abusos que nuestros pueblos han sufrido desde siempre”, señala Calvo en una suerte de un prólogo que antecede al primer capítulo del libro.

En una entrevista con Télam, el escritor sostuvo que Estética de la desesperación refleja, además, la obra de “creadores que lo han puesto todo al servicio de causas que enfrentaron y resistieron” el atropello foráneo en la región.

¿Cuál fue la génesis del libro y por qué te interesaste en la “violencia, marginalidad y política” en el cine latinoamericano?
Empecé a recorrer América Latina en los años 80, cuando todavía muchos de los conflictos que analizo en el libro estaban en pleno proceso: las guerras en Centroamérica (Guatemala y El Salvador), los contras en Nicaragua; las FARC y los grandes cárteles del narcotráfico en Colombia; el grupo Sendero Luminoso en Perú. Todo eso me generó muchísima curiosidad, quería saber todo acerca de las causas, el desarrollo y las perspectivas de esas cuestiones, y entonces intenté abarcar la problemática desde todos los puntos de vista, la historia, el ensayo, novela y finalmente aborde el cine que en algunos casos funciona como el mejor resumen de esas realidades.

¿Por qué el libro lleva el tan sugestivo título Estética de la desesperación?
No solo los “grandes” conflictos abarcan las problemáticas de América Latina. La violencia social, la pobreza, la explotación, el analfabetismo y la superstición, entre otros muchos males constituyeron un gran manto que cubrió muy significativamente a toda la geografía desde del Río Bravo hasta la Patagonia. Ese gran manto de angustia, considero se resume en la palabra desesperación, y es desde ahí que los cineastas latinoamericanos han trabajado sus estéticas.

¿Cómo fue la investigación y cuánto te llevó? ¿Te basaste sólo en entrevistas y visualización de películas o tomaste otros elementos de índole social y político?
Todo empezó en un viaje por el sur de México. Me dije: “Acá hay algo, algo que no podía definir”. Poco tiempo después viví algo que me hizo entender el realismo mágico, mucho mejor que por la obra de Gabriel García Márquez. Cuándo una mujer en Colombia me señaló unas rocas que emergían del mar, creo que era en el Choco, sobre el Pacífico, y me dijo con absoluta seguridad: “Todos los días en esas piedras a las cinco de la tarde se aparece la Virgen”. Preferí no hacer la prueba, no por miedo a frustrarme, sino por si aparecía. Después de eso vinieron el cine y las entrevistas.

¿Hasta qué punto el cine latinoamericano fue y es un espejo de las diferentes coyunturas políticas e históricas que nos tocaron o tocan vivir?
Creo que más que funcionar como un espejo, el cine latinoamericano funciona como un Aleph, ya que puede mostrarlo todo y creo lo está haciendo.

¿Podés darme algunos ejemplos?
Creo que, y esto es absolutamente personal, el cine colombiano que está tratando la cuestión de los desplazados por la guerra, es no voy a decir quien mejor retrata el conflicto, pero la magnitud del problema requieren un captura importante. Hay que pensar que Colombia es el país con más desplazados del mundo, incluso más con países en guerra abierta como Siria o Irak, se calcula el número en casi seis millones de personas. Si se tiene en cuenta que la población total es de 48 millones, se puede ver la real magnitud de ese solo problema, olvídate la guerra, la violencia social y el narcotráfico.

¿Cuál es tu diagnóstico del estado actual del cine latinoamericano y qué lugar ocuparía el cine argentino dentro de ese panorama?
Sin duda -y lo muestra su presencia en los festivales del mundo- el cine latinoamericano está viviendo quizás uno de sus mejores momentos. Respecto al cine argentino, salvando algunas excepciones, creo que sigue aislado de la gran corriente temática de América Latina. Pero lo sé porque lo viví: sigue siendo uno de los que más interesan en el continente y fuera de él.